Las Calesitas del Tardón

Recuerdo cuando llegué a vivir a triana y pasaba por aquí. Pensaba: «¿qué hay hoy en el barrio?»… la siguiente vez pensaba: «¡vaya! pues si que hacen fiestas por aquí.»
Hasta que me di cuenta de que este tiovivo está siempre aquí y siempre abierto. Por lo visto lleva muchísimos años, pero no es conocido fuera de la zona, porque muchos amigos sevillanos me han preguntado extrañados lo mismo que pensaba yo al principio, ya que no es muy normal encontrarse por la calle un tiovivo ahí puesto sin venir a cuento y funcionando. Además, que es que tienen la musiquita casi siempre encendida y vas pasando por ahí todo animado.
La verdad es que se ve bastante vacío por norma general, a no ser que se trate de un fin de semana por la tarde-​noche. Cuando yo era pequeña había que esperar a que en mi pueblo fueran fiestas de la patrona para ver un tiovivo que no veías más hasta el año siguiente, y todos los niños corríamos como locos a «los cacharritos» y a convencer a nuestros padres de que nos subieran una y otra vez. Pero se ve que eso ya no ilusiona tanto como antes.
Aún así, para los que queden todavía con un poco de inocencia e ilusión por algo más que los videojuegos, ahí está el señor de la atracción que estará encantando de darles una vuelta.

Mi infancia son recuerdos… No, no os asustéís, no voy a copiar a Machado. Mi infancia son recuerdos de naranjos y azahar, de casas grandes, de escaleras de mármol, de plazas genuinas donde se podía estar tranquilo, sin miedos ni amenazas… Y todos estos recuerdos están ligados al Barrio León.
Por esta razón me emociona todo lo que de allí proviene, lo que se encuentra en sus límites o roza sus fronteras… Y una de esas cosas son estas calesitas, situadas junto al mercado de San Gonzalo. No hablamos de un negocio, aunque lo es, hablamos de un tiovivo que lejos de ser inerte derrocha vida, poseído por el espíritu de tantas infancias que por allí han rodado a lo largo de lo años; han disfrutado, han dejado sus sonrisas y, también, sus llantos; han llenado aquellos caballitos, los coches de bomberos, con esa ilusión fuerte que solo se tiene antes de la puericia…
El día que los intereses decidan eliminar estas calesitas, algo morirá en Triana y llorará la plaza, y perderá su alegría, pero muchos de los que en este lugar hemos disfrutado tanto, seguiremos oyendo las risas de nuestros recuerdos cuando por allí pasemos, ¡eso no, eso no conseguirán quitárnoslo!

Fácilmente se podría decir que quien no conoce las calesitas del Tardón, no ha tenido infancia, y eso que yo y mi pequeña memoria de pez, no recuerdan si alguna vez cuando era más pequeña, me llevaron… pero como sé que he tenido muy buenos padres, seguro que alguna vez habrá caído.
Ahora en mi casa hay otra persona a quien llevar, y ese es mi sobrino. Mi hermano vive en un pueblo a las afueras de Sevilla, y mi sobrino siempre dice:
— Papá, quiero que me lleves a Triana y que el abuelo me lleve a los cochecitos.
Y así puede pasar días enteros hasta que saca el tiempo para traerlo y lo llevamos a los cochecitos. Que si el coche de Fernando Alonso para arriba… que si el coche de bomberos para abajo. que si ahora quiero la moto de policía…
Hay cosas, que por muchos años que pasen. no cambian.

Tres generaciones ahí, cincuenta años, y se rumoreaba que el Ayuntamiento pretendía quitarlas para hacer un aparcamiento. Economía y tradición nunca se han llevado bien, será eso.
Pero Triana se echó a la calle, porque quitar las calesitas de Luis León es casi como expulsar a la Esperanza de su iglesia. Las calesitas están en el Tardón. Y ahí las quiere Sevilla y ahí las quiere Triana.
Por la tarde, los fines de semana, el barrio se llena de gente. Que van, que vienen, con sus niños de la mano. Son momentos para pasear y compartir. Y no hay niño trianero que no se haya montado en uno de los caballos del Tardón. Se crían entre ellos y da lo mismo cómo sean de mayores ni qué haya sido de sus vidas, cuando pasan junto a las calesitas, las miran y sonríen, respirando recuerdos de un tiempo en que toda la ilusión era que llegara el sábado para soñar a lomos de un caballo de madera que eran invencibles guerreros o preciosas damiselas.
Las calesitas, como la calle Betis o el Altozano, son de Triana.

La vida da mil vueltas, como vueltas dan a diario estas calesitas situadas en la puerta del mercado de San Gonzalo, donde San Jacinto termina y comienza la trianera barriada del Tardón.
Este tiovivo lleva más de 50 años entreteniendo a los niños del barrio y de toda Sevilla, varias generaciones han sido por unos minutos bomberos, jinetes, capitanes de barco y muchas cosas más dependiendo de donde subieran para disfrutar del paseo que para ellos es toda una aventura.
Luís León, su propietario ha heredado el negocio que a mediados del siglo pasado creara su padre en ese mismo lugar, ya que estas calesitas jamás han estado ubicadas en otro sitio que no fuera la actual plaza de San Martín de Porres.
Imaginen en todo este tiempo cuanta ilusión ha repartido este tiovivo, y cuantas vueltas le quedarán por dar paseando a niños y más niños que se acercan a esta atracción para convertirse en pasajeros de honor de las calesitas durante unos minutos.
Si están por Triana no dude en acercar a sus hijos a dar un paseo en la atracción más castiza de la zona.