Huevo de Colón

Recuerdo perfectamente la construcción de este monumento. Éramos chiquillos que se pasaban por lo que entonces era una gran explanada al lado del ‘final’ del Guadalquivir a ver como obreros rusos montaban a este gigante de cobre. Primero fue Colón, con sus manos vacías y pareciendo que se iba a arrancar por sevillanas. Más tarde llegaría el huevo. A la hora de la inauguración vino la infanta Elena con el que por aquel entonces era su marido, Jaime de Marichalar. Nos pusieron a todos en fila y nos dieron la manita. Tocados por la Casa Real.
A la larga este monumento cambiaríà la imagen de San Jerónimo. Un parque, espacios verdes y nuevas zonas para un barrio siempre abandonado por el Ayuntamiento. A día de hoy es muy agradable pasear por la zona (que llegó a estar abandonada y ser peligrosa). También acompaña el hecho de que muy cerca esté la nueva pasarela al Parque del Alamillo. Lo que hacen de esta zona de Sevilla un espacio muy a tener en cuenta para hacer deporte y salir con los más peques.
Mucha gente se ha quejado de su ubicación, algo que no es casualidad. Colón realizó sus estudios previos en el Monasterio de San Jerónimo y si nos ubicamos a los píes de la estatua veréis como está frente por frente a la torre del Monasterio. Nada quedó al azar. Bonito regalo de Rusia para los vecinos de Sevilla.

El Huevo de Colón, ese gran desconocido en Sevilla. Puede que hayas oído hablar de él, que incluso lo has visto en la distancia. ¿Quién no ha ido hacia el aeropuerto de la ciudad y se ha topado con una macroestructura gigante de bronce? Sí, Unilocalers. Es la escultura más grande de la ciudad realizada en esa material, superando los 30 metros de altura. Impresiona, ¿verdad?
Es aún más impactante cuando la visitas. Suelo pasear a menudo por sus alrededores, bueno, más que pasear, montar en bici. Está situada en el Parque de San Jerónimo –utilizado como vivero en la Expo 92– y es una buena forma de acceder al extenso Parque del Alamillo. Junto a él, hay una zona de huertos públicos pequeñitos que sirven para alejarte algo de la polución de la urbe.
No recuerdo el nombre exacto de la figura, pero ¿qué más da? Todos la conocen como el Huevo de Colón. El significado es evidente, representa a un huevo –no me voy a poner a contar la historia del navegante con los huevos– y en su interior se encuentra Cristóbal Colón rodeado de las velas de sus navíos, sosteniendo un mapa de sus viajes entre las manos.
Se sitúo allí en 1995 y cuentan que fue un regalo del Ayuntamiento de Moscú a Sevilla. Es una zona muy agradable para hacer deporte o pasear. Además, merece la pena visitarla al atardecer ya que iluminada también merece mucho la pena.
Te dejará con la boca abierta.

Uno de los grandes monumentos de este nuestro tesoro de azahar, este rinconcito de oro conocido como Sevilla. El Huevo de Colón es una obra maestra que honra la memoria de nuestros antepasados y de todo aquel que ha luchado contra lo preestablecido y lo dogmático. Un recuerdo de que nada es seguro ni libre de crítica, que todo está permitido en esta dimensión de caos y desorden a la que intentamos comprender y subyugar con conceptos como el tiempo, el equilibrio y la razón.
Dejando los desvaríos filosóficos aparte, la cosa es que este huevo de bronce fue uno de los regalos de riqueza cultural traídos a Sevilla durante la Expo del 92. Esta escultura en concreto fue creada por el ruso Zurab Tsereteli y viene a representar la famosa anécdota (cuasi leyenda) de Colón a su vuelta tras el Viaje del Descubrimiento,
La voy a relatar brevemente para aquel que ande algo perdido, que a aparte el saber no ocupa lugar (o eso dicen). Cuenta la historia que cuando Cristóbal Colón volvió de su legendario viaje, y tras recibir toda clase de halagos y honores, se reunió con unos miembros de la alta burguesía española. Estos ilustrados le echaron en cara a Colón que su descubrimiento no era para tanto ya que cualquiera podría haber hecho el viaje y que, por ello, él no merecía el trato de genio que estaba recibiendo. Ante estas ofensivas declaraciones, nuestro amigo Cristóbal idea un astuto desafío: ver quien era lo suficientemente hábil e inteligente para colocar un huevo en vertical y en equilibrio de manera que no se inclinara a ninguno de sus lados. Los burgueses lo intentaron y lo intentaron sin resultado evidentemente, la forma ovalada del huevo lo hace imposible, hasta que coge Colón rompe el huevo por su base y apoya el huevo por esa zona consiguiendo así que el huevo quede bien fijado a la mesa.
De esta forma Colón les enseñó a los burgueses que sí, cualquiera podría haberlo hecho, pero que al único al que se le ocurrió fue a él. Y es gracias a esta leyenda/​anécdota que la Real Academia Española recoge la expresión «huevo de colón» como algo que aparenta tener mucha dificultad pero resulta ser fácil al conocer su artificio.
Sencillamente una genialidad de gran maestría y, lamentablemente, otro de los tantos diamantes olvidados de la Exposición Internacional de 1992. Por desgracia, el pobre Colón solo es cuidado por una familia de palomas que se ocupa con saña de cubrirlo con una capa de destructiva palomina o excremento de paloma. Es por tanto una obligación el ir a visitar a este titán de bronce ubicado en el corazón del parque de San Jerónimo.

Aunque parezca anecdótico, la escultura a Colón se encuentra en
«el fin del mundo». Concretamente en el límite norte de la ciudad de Sevilla, al final del paseo del parque San Jerónimo. Justo dónde muere la dársena del Guadalquivir.
Rodeado de chorros de agua, en medio de un estanque, reposa esta majestuosa escultura de bronce de 32 metros de altura. Obra del prestigioso artista Zurab Tseresteli. Y que Rusia donó a la ciudad de Sevilla en el año 1995 por el V Centenario del descubrimiento de América.
El nombre real de la escultura es: «El nacimiento de un nuevo hombre» pero como es un nombre muy largo, nosotros los andaluces que somos muy de abreviar, le llamamos «El Huevo de Colón». Y nunca mejor puesto, ya que el monumento consiste en un huevo enorme formado por las velas y cuerdas propias de una carabela, albergando en su interior la estatua de Cristobal Colón, el cual, sostiene en la mano una carta de navegación donde aparecen en relieve «La Pinta» «La Niña» y la «Santa María».
Trás varios años abandonada a su suerte en una zona totalmente descuidada, ha sufrido numerosos deterioros e incluso sustracciones de algunas piezas por parte de los amigos de lo ajeno.
Desde hace relativamente poco, el paseo Juan Carlos I se ha adecuado hasta conectarlo con el Parque San Jerónimo, al cual, se le han ampliado sus zonas verdes y de recreo. Además se le ha incorporado al paisaje una pasarela que une las orillas de San Jerónimo con el Parque del Alamillo creando un entorno espectacular.
Echando la vista atrás recuerdo que sólo algunos corredores o ciclistas nos aventurábamos a recorrer esa zona buscando salir de las rutas típicas pero siempre con cautela poque la zona no irradiaba seguridad ni mucho menos.
Hoy en día da gusto pasar por allí. Bien dando un paseo, corriendo, en patines o en bicicleta y contemplar al final del parque este maravilloso monumento a Colón.
Dicha zona ha acogido diferentes actividades como «el encuentro alternativo juvenil», «vive tu parque» e incluso algunos conciertos.
Para tod@s aquell@s que no conozcan la zona o haga mucho tiempo que no pasan por ella, les invito a que se den un paseo. ¡¡No se arrepentiran!
Pueden acceder por el paseo Juan Carlos I o por la pasarela que lo une con el Parque del Alamillo si vais andando, en patínes o en bicileta y si vais en coche
es posible aparcar en la Avenida de José Galán Merino e ir andando hasta el interior.
¿Os animais a un paseito en bici hasta «El huevo de Colón» Unilocalers?