Freiduría Puerta de la Carne

¿Otra freiduría más? ¡En absoluto! Esta es LA freiduría, con mayúsculas.
Aunque su oferta de fritos dista poco de la que puedes encontrar en cualquier otra de la ciudad, en la «Freiduría del Prado» como la conocemos algunos (aunque hay un paseo hasta allí) lo fundamental es su ubicación: entre Santa Maríà la Blanca y el puente de bomberos, justo al lado de los Jardines de Murillo y la Judería. El lugar perfecto desde donde dar un paseo después de comer/​cenar o, por el bicho contrario, donde sentarse a recuperar fuerzas de ese paseo.
Otro de los puntos a favor de esta freiduría es que cuenta con más espacio para sentarse gracias a los veladores en los que los camareros de «El 3 de Oros» te sirven la bebida que necesites. Eso sí, ármarte de paciencia para esperar a que una de las mesas se quede libre y cuando lo haga aplica la ley del western: sólo hay sitio para el más rápido, vaquero. Sinceramente, una delicia eso se sentarse al fresquito cuando llega la primavera o el verano… ¡Cuántos recuerdos de la infancia aquí!

Ciertamente esperaba bastante más de este lugar, teniendo en cuenta su antigüedad y buenos comentarios. Quizás por estas dos razones, junto a su excelente localización, había bastante cola para comprar el pescado a pesar de ser temprano, eso sí, despachaban con mucha diligencia, si bien la gran mayoría, por no decir todos, eran foráneos.
En cuanto al pescado, tienen chocos, adobo, gambones fritos, chipirones, pescada y huevas, pero no otros que particularmente me gustan como pijotas, acedías o puntillitas. Asimismo también tiene pollo frito y croquetas. Venden al peso de manera individual o una mezcla a un precio intermedio. Me hubiera gustado una mayor variedad.
Probamos los gambones, los chipirones y el adobo. A excepción de los gambones el resto estaba algo frío. Los chipirones no estaban tiernos y además llevaban ya tiempo fritos. El adobo tampoco me gustó dado que el empanado era demasiado grueso y las piezas algo pequeñas, y tampoco me pareció fresco. Los gambones sí estaban aceptables.
En definitiva, quizás el llevar en Sanlúcar de Barrameda unas semanas, donde hay un pescado frito excelente, me hizo más exigente, pero no me convenció en absoluto esta freiduría y será un sitio al que no creo que vuelva en una buena temporada.

Me encanta este sitio, no sólo porque es parte de nuestra historia, sino porque el pescaito frito está riquísimo, fresco y de calidad.
Esta freiduria, que es de las más antiguas de la ciudad, conserva aún el encanto como el primer día, o al menos eso me cuenta mi abuelo… Situada en casi pleno Barrio Santa Cruz, es atracción diaria de turistas que buscan esa forma tan rica que tenemos de comer pescado por Andalucía.
Tienen la disponibilidad tanto de servir pescado en las propias mesas de su terraza al aire libre o para llevar. Además tienen un acuerdo con el restaurante de la esquina de enfrente «El 3 de Oro», por lo que aunque te pidas aquí la comida, ellos se encargan de servirte la bebida sin problema sin tener que levantarte. Luego eso sí, las facturas son diferentes, y si la del pescado se paga justo antes de consumirlo, la bebida es cuando terminas.
Simplemente es un sitio ideal cuando no hay ganas de meterte en la cocina o para días especiales como los Reyes, Navidades que se suele estar más por la calle. De hecho este año fuimos a cenar en Reyes y no hubo problema para coger mesa (por estas fechas equipadas con estufas), por lo que la experiencia no pudo ser mejor.

If I could write a two-​word review then it would be «aubergine fries».
But this place deserves more than that, especially the tomato salad, which is drizzled in oil and vinegar, sprinkled with herbs and (a touch too much) sea salt. There is also fish, and the cod we are had a lovely flavour. The terrace is on a reasonably quiet street and was shaded when we arrived in the early afternoon. Get someone to bag a table while someone else queues up for food. A waiter will come around to your table to take your drinks order.
The price for our meal was good (€ 10 for ¼ kg cod, ¼ kg aubergine fries and tomato salad — plenty for 2 people), but there is fresher-​fried fish to be had and therefore this place loses a star.

No soy muy de frituras, pero de higos a brevas y cuando no hay mucha ganas de ponerse a los fogones, este tipo de establecimientos de «pescaito frito» tan característicos en Sevilla te sacan de más de un apuro. No hay barrio que no tenga su freiduría y esta tradición me encanta. Aunque el pescado que se destina para freír no es el mejor, como es lógico, considero que este establecimiento es de los mejorcitos que podemos encontrar en la ciudad. Tiene género variado (adobo, choco, croquetas, huevas, puntillitas, gambas rebozadas…) y frito sin excesos de aceite. El local en sí está no ya limpio, sino lo siguiente, brilla el alicatado tan tradicional y el mostrador. Y qué decir del envoltorio de cartón y de la bolsa de papel con su logo inspirado en los azulejos de la fachada, sin nada de plásticos… Pues que todo esos detalles tan cuidados, a mi me dan un plus para elegir un sitio u otro, siempre que, obviamente, no abusen en la cuenta final.

Offers a variety of fried seafood and croquettes. A great stop while roaming the allies of Barrio de The fried prawns were large, crispy bites. Drizzle with lemon and you’re good to go!

Visita obligada para guiris y foráneos.
A ver, que lo del «pescaíto frito» es cierto, por aquí gusta mucho… y por son grandes maestros en freirlo y hay establecimientos, como este, cuasi centenarios que se dedican a semejante tarea cocinera.
El espacio mola porque lleva la línea regionalista tradicional sevillana, porque los precios están bien y sus fritos, my buenos: adobo, croquetas (un 7 en escala de 10) puntillitas (muy ricas), huevas, chocos… es decir, lo habitual y servido en el cucurucho de papel de envolver típico de estas tierras.

Me encanta. Las freidurías de pescaíto frito son una de mis debilidades. Me transportan a esos años de chavalillo cuando volvíamos del pueblo de pasar el fin de semana, y mi padre paraba y compraba un papelón de pescaíto y entraba en el seiscientos o el ochocientoscincuenta e inundaba el coche con ese olor a harina frita y pescado frito y sal y aceite y papel de estraza caliente…
— «¡¡Mamá, mamá, dame un cachito!!», gritábamos todos…
— «Cuando lleguemos a casa, os laváis las manos, os ponéis el pijama, cenáis y os vais para la cama…».
Freidurías hay muchas, pero ésta aprovechó la amplia acera que tiene y el entorno en el que se encuentra, para poner unas mesitas y no tener que irte a ningún otro sitio a comer el pescaíto. Su vecino restaurante 3 de Oro se encarga de suministrarte las bebidas necesarias para que no te ahogues. Combinación perfecta.
En un marco incomparable, judería a un lado, barrio de Santa Cruz a otro, de lujo, sentado plácidamente, aquí puedes empezar cualquier noche con un pescaíto y un ambiente de primera.

A medio camino del barrio de Santa Cruz y los jardines de murillo se sitúa esta freiduría frecuentada tanto por sevillanos de toda la vida como turistas de hoteles cercanos.
Desde pequeño he visitado este local con la familia y sólo tengo buenos recuerdos. Un lugar donde comprar cartuchos de ”pescaíto”, y todo los que se pueda freír. Dedos grasientos y cerveza fresquita.
Aunque generalmente está lleno hay muchas mesas donde sentarse, por lo que no debería haber problema para encontrar sitio. Mucho ojo si es fin de semana porque esos días será más complicado. En caso de estar lleno es muy recomendable ir con los cartuchos de comida y disfrutar en uno de los bancos de los jardines de murillo.

El papelón de pescaíto de toda la vida junto a los Jardines de Murillo, un lugar idóneo para un picoteo rápido antes de emprender la marcha hacia otros locales de la ciudad.
El lugar es amplio y de una limpieza ejemplar, en el se arremolinan personas de todo tipo, ya que en la Puerta de la Carne, –entrada al barrio de Santa Cruz– se entremezclan tanto turistas como nativos de la zona con ganas de degustar con sus manos un buen puñado de frituras.
Entre chocos, cazón, puntillitas, cocretas, gambitas y alguna que otra delicia más podremos elegir cada vez que nos situemos delante de su espaciosa barra.
Como anécdota sobre este lugar puedo contar una, en la que estando junto a dos amigos más, uno de ellos le dió al otro 50 euros –ya que no llevaba suelto-​, diciéndole que comprara algo pescaíto mientras nosotros esperábamos junto a la reja de los jardines. Cual sería nuestra sorpresa a su vuelta cuando vimos que se había gastado en pescado hasta el último céntimo de los 50 euros. Imaginen la cantidad de pescado que trajo, y las carcajadas que produjo aquella situación. Por lo menos a mí.

A esta freiduríà la conozco como la de los guiris, y como tal en origen, fue la primera que conocí yo en Sevilla. Es como dije la más turística, y no la mejor, pues se sitúa en un sitio de paso, en la judería, en un costado de los jardines de Murillo.
Tienen un local vistoso, muy bien iluminado con mesitas fuera donde te puedes comer los fritos, si no te cuadra te lo puedes ir a comer con tu cucurucho de cartón a los jardines, que al fin y al cabo estarás más fresquito. Ofrece, como todas, adobo, pescada, croquetas, chocos, puntillitas, calamares, chipirones, gambas y huevas fritas, todo ello al peso (un poco más caro que las otras). Esta además creo que ha innovado y además ofrece gazpacho!
Los fines de semana es más complicado coger mesita por la noche.

In der Freiduria (auf deutsch: «Frittierstube») an der Puerta de la Carne gibt es eine riesige Auswahl an frischem Fisch, Meeresfrüchten und Kroketten, die dann nach Wunsch frittiert werden. Da es hier abends stets sehr, sehr voll ist, muss man manchmal etwas warten, man kann sein Essen aber auch mitnehmen.
Es gibt gemischte Portionen oder man sucht sich eine Fischart aus und bestellt wird immer in Hundert-​Gramm-​Größen.
Wenn man dann die leckeren Fische ergattert hat, kann an den Tischen der Freiduria vom Nachbarrestaurant «El 3 de Oro» Getränke, Salate, oder Nachspeisen ordern. Besseren Fisch habe ich auch in teureren Restaurants kaum bekommen und es ist hier nicht ohne Grund so voll!