Es la churrería/pollería/freiduría(depende a la hora que vayas) por excelencia de San Jerónimo. La relación calidad/precio ha sido siempre excelente aunque en los últimos años se ha ido deteriorando un poco, sobre todo en los pollos. Aún así el sitio es ideal cuando no tienes ganas de cocinar un fin de semana. Pollito al mediodía o pescaito por la noche. Todo rico. Si estáis cerca probad, no defrauda.
Sergio J.
Tu valoración: 3 Sevilla
Buen sitio para pedirse un pollo asado! Tienen variedad de fritanga, aunque yo nunca la he pedido. Yo soy mas bien de pollito. No esta nada mal, y la salsita, aunque un poco liquida, esta esquisa para mezclar con patatas, le da un sabor buenissimo. Tambien tienen por las mañanas churros, que estan muy bien. Es mas, a mi niña algunos dias le compra la madre un euro de churros y tiene para ella, la madre y le da a algunos niños… Los fines que compramos, con tres euros tienes para jartar a cuatro. Tienen de los dos, patata y de rueda. Eso si!!!, creo que no reparten a domicilio, pero si se pueden encargar. Es más recomiendo que lo reserveis por telefono, que puedes llegar y aunque queden unos cuantos, esten reservados y quedarte sin pollo. Cosa que ya me ha pasado y un domingo a las tres… a ver donde vas. Los dependientes son bastante agradables y simpaticos. Al ser una freiduria de barrio, es muy familiar con los clientes y siempre encuentras una conversación para pasar el rato mientras esperas en la cola.
María C.
Tu valoración: 4 Santiponce, Sevilla
Me salvó la vida Emilio, si. Hace un año y pico el bar La Sirena, de la Alameda, celebraba su aniversario en el parque de San Jerónimo. Estuvo muy bien, hubo actuaciones en directo de varios grupos, circo… estuvo muy entretenido todo, mucho perros, mucho hippie y una barra con cervecita fría y comida asquerosa. Pedimos lo único que la carta ofrecía: garbanzos y espinacas. Malísimo todo. Los garbanzos eran como piedras en agua y las espinacas… yo qué sé, mira que me gustan en cualquiera de sus modalidades, pero esas… arrggg. Mis perros se comieron los restos de mil platos que dejaban en el suelo y estuvieron malos una semana entera. Bueno, como todo tiene solución en esta vida, pues nos fuimos a comprar pescao frito a la freiduría de Emilio, y croquetas, cómo no. Eso salvó a más de uno de morir envenenado por la comida que servían en ese césped. Fuimos le envidia de todos los perroflautas del lugar y mira que es un lujo al alcance de cualquiera, ¡po verte venío!