Clássicos de Sevilla

Mi chico y yo tenemos varias teorías sobre la supervivencia de esta tienda. La única que no decimos en broma es que deben tener un grupo de clientes muy fieles que cada vez que van vacían media tienda porque lo que es movimiento nunca les he visto. Y mira que llevo pasando años, de hecho solíamos ir al gimnasio que hay cerca. Ahora está cerrado y todo pero sigue la tienda abierta.
La ropa para mi gusto, lo diré sin paliativos, es feísima. Así de claro. Parece que lleva escrito «tengo pasta y puedo permitirme tener mal gusto» Los precios ni me los imaginaba hasta una vez que cometí el error de entrar buscando unos gemelos para el novio de mi madre. En cuanto me dijo el precio de los mismos los solté delicadamente y salí por donde había venido.
Además que seguramente no era bien recibida porque en la tienda no tenían muchas ganas de atenderme no sé si por la poca costumbre o por mi aspecto. Si te sobran muchos euros y no tienes gusto para la ropa, es tu sitio. De lo contrario cuando pases por delante te limitarás a especular como yo sobre los motivos por los que sigue siendo rentable un negocio vacío.

Tengo varios amigos que son un tanto «especiales» a la hora de vestir. Cuando digo especiales, quiero decir que les va el rollo metrosexual. Aunque no me gusta ese estilo, los aprecio mucho, me lo paso genial con ellos. Incluso a veces los acompaño a comprarse ropa. Es muy divertido verlos deambular por las tiendas de moda, entrar en los probadores y tardar tres horas en cada tienda.
Una tarde estaba por el centro comercial Nervión Plaza con uno de ellos, que tenía que comprarse un traje para una boda. Tan pejiguera pueden llegar a ser, que después de recorrernos todo el centro comercial, no había encontrado nada que le satisficiera, así que nos fuimos a tomar un café, mientras decidíamos dónde íbamos para seguir buscando. Entonces se le encendió la bombilla. Su madre le había hablado de una tienda que estaba en rebajas en Eduardo Dato, que «la ropa estaba muy bien».
Así que como estábamos cerca, nos acercamos. El nombre ya me echó para atrás. «Clásicos de Sevilla»… Ufff, ya el huele a rancio desde lejos. Y desde luego, el nombre le hace honor a lo que hay dentro. Ropa para gente, no ya clásica, sino de un pijerío rancio del que echa para atrás. Camisas de rayas con los símbolos de la marca en el pecho tan grandes, que se ven casi más que la propia camisa. Pantalones y chaquetas de colores que ponérselos no están al alcance de cualquiera. Correas de esas elásticas de colorines entrelazados. Lo que sí me gustaron fueron las corbatas, con muy buen gusto. Eso sí, de precio no anda muy mal, teniendo en cuenta el target que tienen.
Evidentemente, nos fuimos de allí sin comprar nada. Ni yo, que visto informal, ni mi amigo, con su estilo metrosexual, nos sentimos demasiado identificados con lo que había en esa tienda. Pero bueno, sobre gustos no hay nada escrito.