Bodega Vargas es una especie de «lugar de culto» en Triana, una taberna clásica que siempre está llena de gente tomando cerveza o alguna de sus tapas. Debo reconocer que mi estancia fue breve, demasiado gentío como para poder cenar algo; es un buen lugar para hacer una quedada previa y tomar algo mientras se va a cenar a un sitio algo más tranquilo. Dentro del local apenas se cabe y, en las mesas de fuera, estás tan pegado a la calzada que puedes tocar los coches que pasan por la calle. Afortunadamente, no es una calle con demasiado tránsito.
Sergio B.
Tu valoración: 4 Sevilla
Julio, 9 de la noche y unos amigos con ganas de cervezas y tapitas, cuando dimos con la Bodega Vargas en el barrio de toda la vida. Es una de esas veces que topas con un bar clásico y de la que te llevas una magnífica sensación. Nos pusimos en una de las mesitas altas que tienen en la terraza, que a pesar de estar casi en medio de la calle por donde pasan coches, no conté más de dos, al situarse cerca del tramo peatonal de la calle San Jacinto. Pedimos unas cervezas para empezar y la primera impresión fue muy grata, ya que nos las pusieron en vaso de sidra, especialmente me gusta en estos vasos, además de que están a un precio muy competitivo. Para tapear pedimos unas lagrimitas de pollo deliciosas, muy bien fritas, con un empanado que sorprende de lo rico que estaba, un descubrimiento. Yo también pedí uno montadito de bacalao con salmorejo, muy rico y que me supo a poco. De momento se queda con sus 4 estrellas, pero la verdad es que pienso acudir más a menudo, y además la incluyo en mi ruta del tapeo trianero.
Paco P.
Tu valoración: 4 Sevilla
La última vez que estuve en este celebre bar fue una de las últimas noches del pasado agosto, el plomo con el que muchas noches sevillanas de verano se han fraguado era esa noche mas espectacular de la cuenta, ni el propio Rodrigo de Triana lo hubiese soportado, y eso que fue el primer hombre blanco que vio el continente americano con sus ojos, a bordo de una de las celebres carabelas capitaneadas por ese que da nombre a tantas avenidas de poblaciones de España. Buscábamos por el barrio como exploradores con hambre de conquistas, para paliar en la calle el calor que azotaba esa noche las casas de ese lado del Guadalquivir. Céfiro no paraba aquella noche por aqui, ni una sola gota de aire ayudaba a convertir la noche en el descanso del día, imagínense si esa era la noche como fue el día. Céfiro no nos echaba cuentas hasta que ante nosotros surgió una mediana estructura metálica sobre la barra de la Bodeguita, Húmedo y helado, como un «tótem del frescor». Al parecernos algo sagrado comenzamos nuestra oración: «ponme una, ponme dos, ponme tres…» De la erigida figura metálica comenzó a surgir el dorado líquido a manos del sacerdote con apariencia de tabernero. La canícula maldita salió de nuestros cuerpos durante el rito. Como agradecimiento nos prometimos volver con frecuencia al templo para rendir culto al «Tótem del frescor». Por ahí dicen que se llama grifo.
Clara Victoria G.
Tu valoración: 4 Sevilla
Esta«tasquita» trianera, se encuentra justo al lado de la Calle San Jacinto. La descubrimos gracias a un amigo, de casualidad. Mi novio se fue con él y los niños: !me voy a tomar una cervecita con José María y ahora vengo… las tres de la tarde los niños sin comer y me llaman: !Clara, vente para la bodeguita Vargas! Me encantó! Es pequeñita y lo suyo es estar en la calle en una de sus mesitas altas. Tapitas ricas, todas! No las he comido todas, pero las que no he comido las he visto y la pinta«quita el sentío»…pinchito, tortillita de camarones, croquetitas de puchero, y sobre todo, aunque suene simple y sencillo, esos tomates aliñaos con melva, mmmmm!!! que rico pa mojá sopones de pan! La cervecita bien fresquita.
Óscar H.
Tu valoración: 5 Madrid
Bodega Vargas es otro de mis clásicos de Triana. Taberna donde las haya que lleva de puertas abiertas y friendo pescaos desde el comienzo de los años 50. La taberna tiene pinta de bar de barrio de toda la vida y es una lastima que su terraza esté tan encajonada pues con la aceptación que tiene llenaría una que fuese el doble o más. Es un bar familiar, de gente del barrio, y de gente que como yo lo conoce. Los platos estrella de su pizarra, los pescaos, chocos, puntillitas, calamares, etc., los guisos también los preparan buenos y sabrosos, no están grasosos. Las raciones son abundantes para el precio que tienen, que como no podía ser de otra forma también son populares.