Sintexto

Hemos estado recientemente cenando en este restaurante. El local dispone en la planta calle de un bar donde vimos una pizarra que anuncia que allí mismo sirven un menú que como no he probado no puedo opinar. En la planta del sótano se encuentra el comedor del restaurante propiamente dicho donde nosotros cenamos. Nada más bajar las escaleras encuentras un mostrador desde el que te conducen a tu mesa. Por el ajetreo que vi hacia un pasillo supongo que hay un segundo comedor que yo no vi. La decoración es sobria pero bonita, mantelería en blanco y gris, columnas negras, una de las paredes está presidida por un dibujo en blanco y negro como pintado a lápiz y en otras paredes encontramos elementos gauchos. Acristalada y a la vista de los comensales encontramos una sala con parrillas donde van asando la carne al momento. Además de eso otra puerta conduce a una cocina donde se elaboran el resto de platos., algo que no me gustó mucho es que en cada mesa hay un jarroncito con una flor de plástico! Personalmente prefiero que no haya nada a eso. Pero bueno, es una simple anécdota.
Nada más llegar sobre la mesa había un tarjetón que anunciaba el ‘Menú Carlos Gardel’ o el ‘Menú Maradona’. Nosotros optamos por la carta propiamente dicha. Tanto unos como otros constan de platos típicos argentinos: asados, empanadas, arrollados, provolone, milanesa y otros que ellos denominan ‘tradicionales’ pero que yo diría que son tradicionales de España: ensaladas, revueltos, tablas de ibéricos, bacalao. Nosotros éramos 4 personas y teníamos claro que queríamos una buena parrillada de carne así que optamos por pedir 2 parrilladas completas (una opción que señala que es mínimo para dos personas y que cuesta 25,00 € por persona, es decir y para no llevarnos a engaño a 50,00 euros la parrillada para dos) que traía chorizo, morcilla, mollejas, vacío y asado y que hay que decir que estaba exquisito, en su punto y en una cantidad que no pudimos terminar. Parte del éxito se debe a que te sacan la parrilla sobre unas brasas que ayudan a que la carne se mantenga caliente y además a que puedas dejarla un ratito más para que esté menos cruda. En ese mismo precio incluyen una ensalada (nosotros pedimos una de espinacas con parmesano y bacon, buena, y otra con aguacata, maíz, patata más normalita) y también incluye dos empanadas riquísimas (una por comensal) y un trozo de queso provolone a la brasa que me pareció muy bueno pero muy escaso. Como no sabíamos que nos íbamos a quedar tan empanzurrados pedimos también un ‘matambre arrollado’ (una especie de carne que hacen como en fiambre rellenándola con verduras y que sirven con mayonesa) que estaba muy bien logrado y muy parecido al que he comido en Argentina aunque el precio de 12,00 euros se me hizo un poquito excesivo Para postre y dado cómo habíamos terminado de llenos, pedimos unos sorbetes: el rosarino con mandarina y coaintreau, el bariloche, con ron y limón y el Don Pedro con Wiski. Buenos sin más y a un precio de 5 y 6 euros. Quien quiera un postre más contundente encontrará variaciones de dulce de leche, como no podía ser de otra forma, en forma de helado, milhojas o crepes rellenos del típico dulce argentino.
La carta de vinos es decente con vinos navarros, riojanos, ribera de duero, lambruso y argentinos. Nosotros optamos por el Rutini, un vino argentino espléndido (ya puede porque cuesta 35 euros la botella, que no está nada mal).
Con todo esto mi impresión es que es un restaurante en el que se puede cenar muy bien, quedarte satisfecho aunque también es cierto que el precio no es lo que se dice barato (finalmente a nosotros nos salió a 195,00 euros la cena de 4 personas .). Merece la pena para darse un caprichito.