Es una de las panaderías de toda la vida. El pan es como el de toda la vida, nada prefabricado ni congelado. Carmen, la dependienta no sé cuantos años llevará, pero yo era pequeño y ella ya estaba. Siempre atiende con una fantástica sonrisa. Cada día compramos el pan allí desde hace más de 25 años. Y mientras estén lo seguiremos haciendo.