Desilusión es lo que sentí durante mi estancia en el Tao de Félix Boix. Decidí probarlo al mediodía y pedimos el menú el cual cuenta con 9 primeros y 11 segundos para elegir, bebida y postre por 10,5 €. Fuimos pronto porque yo entraba a las 16 a trabajar y estaba lleno. Nos sentaron en una mesa al fondo del local, no tardaron demasiado en preguntarnos la comanda y al poco llegaron nuestras bebidas y un aperitivo extraño el cual parecían unas insípidas cortezas de cerdo con una salsa ¿barbacoa? por encima. Lo que vino después fue un auténtico despropósito, no calculé cuánto tardamos en recibir el primer plato pero por lo menos fueron 20 minutos(para una mini ración de makis de salmón y atún) lo del segundo directamente no tuvo nombre, debieron tardar otros 20 – 25 minutos en llegar con él, chop suey de gambas el cual estaba un poco soso pero era abundante y tenía unas gambas gordas y en buena cantidad. El arroz cantonés que acompañaba el segundo llegó como a los 10 minutos de recibir el chop suey de gambas. Cuando nos preguntaron por el postre pedimos brownie y tarta de limón, mi acompañante preguntó si la tarta estaba congelada y tras breve dilación del dueño dijo que llegaba congelada pero se descongelaba. Raudos y veloces pedimos la cuenta porque era un ahora o nunca. Cuando llegaron los postres pues bueno, el brownie estaba más menos pasable(para un restaurante asiático y un menú del día) y la tarta de limón estaba totalmente congelada. Me sorprende que en una zona llena de oficinas en la cual los restaurantes están más que acostumbrados a dar menús a gogó tengan tan mal organizado el turno de comidas.