Como su nombre indica, olvidaros de este sitio si pretendeis un encuentro romántico y/o sofisticado. Si, en cambio, cunden las ganas de buena música(mucho jazz, bossa, negras con voces estupendas capaces de hacer caer la ropa interior de cualquier sexo: Billie Holliday, Etta James, Eartha Kitt, Ella Fitzgerald…), el encuentro con amigos, la charla postergada y las ganas de hablar de cine, música o filosofía con el camarero cincuentón, –rara avis que hace las cuentas con lápiz de carpintero y tira muy bien las cañas-; bienvenidos sois. En cuanto a comida, no hay gran variedad más allá de algunas tapas clásicas y algunos platos sencillos, sin embargo, si la vital cocinera está inspirada saca unas tortillas para chuparse los dedos. En cuanto a vinos, algunos de batalla y poco más. Los precios son muy accesibles y dentro se respira muy buen ambiente. En las paredes siempre hay alguna exposición fotográfica que se deja ver.