Sala El Sol

Nunca he estado de concierto, tan sólo de parranda. En estas lides destaca por garrafa de la dura (aunque eso es casi la norma en Madrid se podría decir), ambiente internacional y ecléctico (siempre he querido poner esta palabra en una reseña) y la música se va haciendo más extraña conforme se van acercando las seis de la mañana, como si nos prepararan para que cuando nos echen nos fastidie menos.
En las fiestas de guardar suele haber bastante cola y los servicios son un show permantente, de coger unas palomitas y mirar toda la noche.
Dentro de lo que es el centro de Madrid en tema discotequero pues no está mal pero mirado con objetividad es un poco chusta

Son ya varios los conciertos a los que he ido en esta mítica sala de la movida madrileña y la verdad es que he salido bastante contento de todos. Es una de esas salas en las que el escenario se encuentra a no más de medio metro por encima del público, por lo que puedes sentir la cercanía entre el artista y su público como no la puedes sentir en conciertos en otro tipo de salas o en estadios.
Su ubicación es inmejorable, a dos pasos de Sol y de Gran Vía, en plena calle Montera, por lo que alrededor tienes un montón de locales para tomar algo mientras haces tiempo hasta la hora de comienzo del concierto.
El servicio es muy amable y van ataviados con chaleco y pajarita, a la antigua usanza, lo que te recuerda la cantidad de años que lleva este negocio abierto.
Los precios, además, no me parecieron muy caros, aunque no los recuerdo con exactitud, cosa normal por otra parte cuando ya llevas varias copas encima. Durante los conciertos, creo que las copas rondaban los 7 euros. Precio que bajaba cuando el concierto acabase y si habías consumido antes hasta los 5 euros, lo que hace que bastante gente se quede en la sala tras los conciertos.
Aunque también es cierto que únicamente he probado la Sala El Sol como sala de conciertos. Nunca he llegado a salir por aquí por la noche, por lo que no puedo opinar en ese aspecto, pero como sala de conciertos es una de las salas madrileñas en las que más puedes disfrutar de un grupo y en las que menos precio pagarás por verlos.

Sí, señor, la Guindi es de conciertos de sala, donde puedes disfrutar de tus grupos sin grandes aglomeraciones y, como es el caso de La Sala Sol, los tienes ahí mismo, a tu altura y es muy fácil interaccionar con ellos.
Cuando entras a la Sala, has de bajar unas escaleras y la cobertura de tu móvil desaparece. Ya le puedes decir a los colegas dónde estás antes de entrar si no quieres que se desesperen.
Es muy interesante dejar la chaqueta en la guardarropía. Es barato y cómodo.
Hace cosa de un año que han cambiado «el pis de gato» (=Heineken) por cerveza (=Estrella de Galicia). Lo que es un tanto exagerado es el precio. ¿4 Euracos por un tercio de Estrella? ¡Ay, ama!
Si vas una noche cualquiera, encontrarás que está lleno de gente variopinta, pero ten cuidado, que a partir de las cuatro parece que es la última llamada. Como te vean sin maromo alrededor, te entran a saco uno tras otro. ¡Horror!
Los últimos miércoles del mes celebran el antikaraoke, digno de ver y, ¿por qué no? Participar.

Conciertos, espectáculos, antikaraoke… la oferta de la sala sol es casi interminable. con la mayoría de edad más que cumplida, sigue con la misma fuerza de sus inicios como una sala alternativa a la que ir a pasar un buen rato, con la mejor música y un ambiente bastante sano.

Su mito es superior a su calidad como sala de conciertos. Pero aun así es una buena sala. El escenario es bajo, así que como no te pongas relativamente cerca solo ves las cabezas de los músicos; pero el sonido siempre es bueno, la sala tiene buena acústica y cuenta con buenos profesionales.
Me encanta que los camareros sigan llevando pajarita y que mantengan la decoración original, o la falta de ella.
Como discoteca es divertida, no para todos los fines de semana, pero de vez en cuando puedes pasar una buena noche.

En una ciudad en continuo cambio, esta sala sigue sendo un punto de referencia indiscutible. Aqui hay que bailar, como sale, olvidate los ritmos House o electronicos que estas acostumbrado a escuchar por todos lados, esto es el templo del funky, del acid jazz.
La gente es muy variopinta, y de todos los colegas que llevè al salasol, como la llama los madrilenos, nunca nadie se quejò, pasandola a bailar beber y ligar … que pedir mas?
hay que llegar bastante pronto para no estar colados por media hora o mas … pero el garito es la ostia.
es tambien una sala de conciertos muy famosa.

Sehr gute Salsa Disko und zudem auch englischsprachiges Personal.

increible!!! Es como vivir en los 80, en plena movida madrileña. Bestial!

Los porteros secos hasta el extremo, como si fuese obligación poner cara de malos amigos para triunfar en el gremio, una pena porque no es verdad. El local es amplio, y con una reforma para lavarle la cara sería hasta bonito. Los camareros son de lo más casposo que me he echado a la cara nunca, muy mayores, tan malencarados como los porteros y aún encima ridículamente uniformados de una forma obsoleta que no pega nada con el local ni el público de dentro. Es muy llamativo que un espectáculo como el del AntiKaraoke (
) haya elegido este local para sus apariciones en Madrid. Copas garrafoneras, es mejor elegir cerveza. Eso sí, a las 3:00 de la mañana poco más o mejor hay :)

Es casi obligatorio pasar por ella, un clásico que merece la pena conocer.

A la hora de pasar una noche de viernes o de sábado fuera de casa, El Sol no suele ser mi primera opción casi nunca. Por algún extraño motivo (generalmente la inmensa e interminable cola que se forma en sus puertas a partir de las dos de la mañana) nunca me encuentro a mí mismo diciendo «vamos a El Sol, ¿no?».
En algunas ocasiones, no obstante, sí lo ha dicho alguien dentro de mi grupo, así que nos hemos terminado encaminando aquí. Eso por no hablar de la enorme cantidad de conciertos que he visto en este sitio que, si no me equivoco, van desde Astrud hasta Ellos pasando por otros artistas nacionales e internacionales.
Pero de todo, lo que más me sorprende de El Sol son esos camareros, que al menos las veces que yo he ido, iban impecablemente vestidos con sus pajaritas y todo, y aguantaban estoicamente poniendo copas a todos los que se agolpan en la barra, que son muchos. Por lo demás, el ambiente de la sala es bastante bueno, y los conciertos se ven fenomenal porque, gracias a su disposición en L y a que el escenario está colocado estratégicamente, puedes ver a tus ídolos bastante cerca (y bastante bien) desde cualquier punto del recinto.

Una de mis lugares favoritos para salir junto al Wurlitzer por el centro de Madrid.
Su ambiente es enigmático y puedes encontrar de todo. Lo único malo es que puedes tardar mucho en entrar si llegas demasiado tarde y la cola te puede cortar el rollo o puede ser la mejor excusa para seguir bebiendo cerveza del chino mientras charlas con los amigos (mejor cuando no hace frio)
Las copas están bien y el precio es normal comparado con muchas otras discotecas que te cobran un riñón por una copa de garrafa.
Y para ser sinceros es una de las discotecas en las que más tios guapos he visto por metro cuadrado. Gracias a dios.

Génial de purs concert… A faire

Para mí, una de las mejores salas de Madrid. La iluminación es muy curiosa, haciendo referencia a su nombre tiene un tono rojizo, se ve mucho más de lo que estamos acostumbrados. Muy buen ambiente, acude gente de todo tipo y es uno de los sitios que más tarde cierra de la zona. A partir de las tres es cuando se llena, y se forman largas colas, así que lo mejor para saltárselas es acudir un poquito antes, sobre la 130 o 200. Cervezas a buen precio para ser un local nocturno. Muy buena música, lo mejor del sitio, siempre me recuerda a Uma Thurman y John Travolta en Pulp Fiction. La primera vez que fui fue en Halloween y me quedé alucinada con el sitio y el ambiente que había.

Uno de las discotecas más míticas de Madrid. El escenario es de lo mejorcito. Con forma ovalada y unos escalones de diseño invita a subirte y rocanrolear al ritmo de una música muy variada. Ofrecen conciertos muchos días a la semana y allí, en ese mismo escenario, empezaron a tocar bandas que se han hecho muy famosas posteriormente.
Un lugar… tan peculiar, a mí me recuerda al planeta Marte, porque es todo de color rojo. Años atras el suelo estaba todo enmoquetado porque se dieron cuenta de que era lo más práctico con la de cigarros que se fumaban allí. Quien sabe si ahora con la ley antitabaco la vuelven a poner.
Los fines de semana cuesta normalmente 9 euros y entre semana es gratis. Es mejor llegar prontito porque se llena en seguida y las colas son de agárrate. Un día mis amigos y yo esperamos unos 45 minutos y al final decidimos irnos… se te corta el rollo.
La gente que va es muy variopinta, la música excepcional… ingredientes esenciales para una noche de marcha.

Mítica sala madrileña de conciertos. Por su escenario han pasado grandes artistas y prácticamente todos los días ofrecen algún concierto.
Además de en algún concierto, he estado varias veces en el club, donde me he topado con unos cuantos personajes famosos, como el grupo Pereza o algunos componentes de El Hormiguero. Por supuesto hay que pagar entrada, pero ponen muy buena música (a veces demasiado alternativa) y no suele estar tan lleno como para agobiarte.
Si estás por el centro y no sabes a dónde ir después de las primeras cañas/​copas, la Sala El Sol siempre está ahí y no suele defraudar las expectativas. No vayas muy tarde porque quizá te toque esperar una cola que, en ocasiones, llega hasta la calle Montera.

Sala el Sol, donde han ido los padres ahora van los hijos. Abierta en los años de la movida madrileña, esta legendaria sala sigue hoy en día vivita y coleando, ofreciendo un sinfin de posibilidades para aquellos que gustan de la música en directo. Está abierta de martes a sábado y casi todos los días hay conciertos, ya sea de grupos emergentes como de gente mucho más consagrada en este mundillo, hay mucho donde elegir. Además después de los conciertos la sala funciona como discoteca al uso, con música bastante variada y llena hasta los topes, ya que cierra muy tarde y eso es algo que se agradece cuando no te apetece irte a casa a las 3 de la mañana, por eso es muy normal ver cola fuera desde las 2, nadie quiere quedarse sin entrar. Al estar en la zona de Montera a veces hay jaleo al salir, pero no suele ser preocupante, alguna pelea y movimiento de policía para calmar los ánimos de los que se desfasan, pero normalmente poco más, sólo aviso para que os andéis con ojo si salís a altas horas de allí, que es lo que suele pasar cuando se va al Sol, que se sale cuando amanece.

Un auténtico clasicazo en la juventud de cualquier madrileño que se precie. Entre semana organiza todo tipo de eventos, desde conciertos hasta noches temáticas de karaōke, aunque muchos la conocemos principalmente como local de fiesta en los fines de semana.
En esta faceta, conocida vulgarmente como «salasol», el local destaca por su enorme tamaño, sus dos barras y su absoluta diafanidad. Entre las riadas de modernos que abarrotan el garito no verás una mesa, una silla o una mala columna. Para el reposo solo existen unos sofás, en los que pueden tocarte como vecinos dos muchachos copulando o un tipo echando los higadillos mientras clama contra el garrafón.
La música es casi de arte y ensayo, una elección gafaspástica muy pura. Mira que he ido con amigos de todos los tipos y colores: pues nada, casi nunca hemos llegado a reconocer más de dos o tres temas en las horas que allí estuvimos.
Un buen lugar para terminar una noche de copas, aunque con un punto angustioso por lo difícil que resulta moverse por la pista. Ahora que han implantando la ley antitabaco y la gente tiene que salir fuera constantemente, sospecho que los atascos en las escaleras de entrada deben ser monstruosos.
Nota: la Sala Sol está rodeada de prostíbulos y sus inquilinas, así que conviene no salir a cuatro patas si se carece de ese sexto sentido que nos alerta ante las ofertas de cópula no altruistas.

El sitio perfecto para ir con un grupo heterogéneo con el que no tienes por qué coincidir en todo (compañeros de trabajo, reuniones de antiguos alumnos, etcétera): a todo el mundo le gusta la Sala Sol.
Siempre que he ido me lo he pasado de lo lindo. En realidad, es más un bar grande que una discoteca. Y nada de música machacona. Las copas no son excesivamente caras (en comparación con otros locales que cierran a las tantas), aceptan tarjeta de crédito y los camareros visten con pajarita, lo que les da un aspecto de pingüinos bastante desfasado… ¡pero el contraste es muy divertido!
Y atención: los primeros miércoles de cada mes, se celebra una de las fiestas más gamberras de la capital: el ANTIKARAOKE, donde todos los participantes se dejan la piel en el escenario para pasar a convertirse en carne de youtube; algunos hasta vienen disfrazados de casa para realizar su propia performance… no, no es ninguna broma. ¿Qué no te habías enterado? Yo no me lo perdería por nada del mundo.

Otro clásico de la «movida madrileña», la sala El Sol lleva abierta desde 1979, que no es moco de pavo. Se trata de una sala multiusos en la que todo vale: conciertos, garito de noche, presentaciones de libros, rodajes… Y, desde hace seis años, El Sol alberga cada primer miércoles de mes el bizarro Anti-​Karaōke.
Pero la faceta que más conozco de El Sol (o «sala Sol», como suelo llamarla) es la de garito de noche, y creo que no soy la única a juzgar por las colas que se crean a la entrada los viernes y sábados a eso de las tres de la madrugada, y, claro, es que a esas horas, por esa zona, poca cosa queda abierta.
Lo bueno es que es un local muy amplio donde cabe mucha gente, pero también hay zonas para estar más de tranquis si te agobia la marabunta (léase la zona de las escaleras o los sillones que están bajo esa especie de garita desde la cual los ¿vigilantes? miran acechantes hacia abajo…, resulta un poco inquietante).
Lo cierto es que ir a El Sol es un gran acierto, ya que por un módico precio (9 €) puedes disfrutar de muy buena música tanto para el oído como para el cuerpo, y además con una consumición servida por unos camareros con pajarita, todo muy elegante.

Sólo por bajar por primera vez la escalera de caracol que conduce a la sala merece la pena acudir al Sol. El descenso en espiral ya te obliga a bajar con otro ánimo, con jerarquía, tras cada peldaño aumenta la expectativa por lo que te vas a encontrar. Me encantan estas entradas que no desvelan en una primera mirada lo que esconde el lugar.
Y lo que esconde es uno de los sitios de Madrid con más encanto para bailar; por su buena música; para escuchar conciertos, por la acústica y lo limitado del aforo de la sala que permite conectar rápidamente a los grupos con el público; para ligar, porque los fines de semana se llena de todo tipo de público con ganas de divertirse, y ya se sabe que el roce hace el cariño.
Me olvidaba de su luz rojiza, de sus sillones ochenteros, de que fue uno de los lugares de reunión obligada de los artistas de la movida.
¿Algo malo tendrá, no? Bueno, un pequeño detalle. Los fines de semana si vas después de las 2:00 quizás tengas que esperar un ratito en la cola. Pero como decían en una película, la fama cuesta: te espera mucha noche tras la escalera de caracol.

Todo un clásico. Nació la sala allá por 1979. Ha vivido la movida madrileña desde sus orígenes y en esta sala han dado sus primeros pasos bastantes grupos (Nacha Pop, La Unión, Radio Futura, Alaska y Los Pegamoides, etc) o han pasado muchos mas (Moby, The Strokes, Amaral, Los Secretos, Alanis Morissette, etc) En mas de 30 años, ya son unos 7.000 conciertos.
Su actividad como sala de conciertos convive con la actividad de discoteca. Pero su vocación musical va más allá: también se presentan discos, videoclips, etc.

Some of the best concerts in town are held here, at El Sol. Just like many other medium-​sized venues in town, this one offers a great view and closeup experience. The agenda is very interesting, do check it out. Or just drop by for a drink and some rock music. It’s not easy to find nice listens in town nowadays! It is right downtown, very near to Sol and Gran Vía.