Portomarín

Este sitio sobrevive por su localización. Si fuera por el servicio y la amabilidad estaría cerrado hace tiempo

No me gusta nada este sitio. Voy por necesidad, es decir, porque es difícil entrar a otros lugares o porque me quedo sin amistades que insisten en dejarse caer por el Portomarín.
El caso es que conozco otros bares de la cadena Portomarín y esos… oye, no tengo queja. Me gustan. Voy y repito. Pero aquí… este en especial, me parece que por su buenísima ubicación ya tiene clientela fija y no tiene por qué cuidar a la gente, asi que, en mi humilde opinión, es bastante impersonal y poco cuidadoso con su clientela. En definitiva, se queda en la categorías de bares para tomarte la primera o para esperar a aquellas amistades con las que has quedado y llegan con retraso.
Algo a su favor es que no se come mal, a ver tampoco es calidad de la buena… pero por el precio… no está mal.
Eso sí, si lo que buscas es un gallego, tienes uno a pocos metros que está mucho mejor.

No me gusta nada este sitio. Voy por necesidad, es decir, porque es difícil entrar a otros lugares o porque me quedo sin amistades que insisten en dejarse caer por el Portomarín.
El caso es que conozco otros bares de la cadena Portomarín y esos… oye, no te queja. Me gustan. Voy y repito. Pero aquí… este en especial me parece que por su buenísima ubicación ya tienen clientela fija y no tienen por qué cuidar a la gente, asi que, en mi humilde opinión, es bastante impersonal y poco cuidadoso con su clientela. En definitiva, se queda en la categorías de bares para tomarte la primera o para esperar a aquellas amistades con las que has quedado y llegan con retraso.
Algo a su favor es que no se come mal, a ver tampoco es calidad de la buena… pero por el precio… no está mal.
Eso sí, si lo que buscas es un gallego, tienes uno a pocos metros que está mucho mejor.

Es la primera vez que realizó la ruta de Tapa Piés y había escogido cinco locales para probar sin mirar reseñas de Unilocal.Solo he seguido las sugerencias de la guía tapa piés 2015.
Vini-​Cola la tapa para este año, una especie de albóndiga de rabo de toro con puerro, pimiento, huevo, zanahoria y una salsa bordelesa de vino, chalotas y caldo de ave.
Una buena tapa pues tenía buen sabor y textura gelatinosa, pero aunque una miniatura y sin pan para acompañar a la salsa.
Tengo que volver pues el sitio no me desagrado y creo que subire las estrellas.

Estuvimos el pasado sábado unos amigos y el que suscribe en este restaurante de cocina Gallega, un clásico en pleno centro de Lavapiés, nada más salir del metro, lo que significa, de facto, un punto de encuentro para «tomarse la primera». No quisimos comer pero si hincarle el diente a unas raciones y bañarlo con la cerveza de rigor. Nos sentamos cómodamente en un reservado que tienen con mesas (no hacía falta comer de menú o de carta, lo que agradecimos). Normalmente está petadísimo, pero a mediados de agosto en Madrid pudimos sentarnos sin reservar ni nada, aunque había bastante turista, eso sí.
El local es bastante amplio y no tiene una decoración especialmente destacable, es más un mesón, la barra en el centro y mesas a ambos lados configuran un sitio básicamente pensado para el tapeo y el racioneo, lo cual me simpatiza mucho.
Comenzamos con una tortilla gallega de patata que estaba realmente rica y también degustamos sendas empanadas, la de atún exquisita y la de lacón mejorable, pero no mala. En una segunda comanda pedimos unos champiñones con jamón, ricos, y una especie de patatas con chorizo que a mi no me acabaron de convencer, pero se dejaban comer. La calidad de las raciones para mi fue media-​alta y eran generosas, vamos, que no nos quedamos con hambre.
En cuanto al servicio, no fue malo, pero tampoco del todo bueno, lo cual me ha hecho inclinarme por tres estrellas en vez de cuatro. Estábamos en una mesa esquinada y nos hicieron poco caso, había que llamarles varias veces para que te atendieran, y tardaron bastante en traer platos y cuenta. Había gente en el local pero no estaba lleno, realmente no se justificaba. Los camareros no es que fueran antipaticos, pero estuvieron un poco despistados. Tienen margen de mejora en este tema.
Nos quedamos con ganas de pedir el pulpo y alguna que otra ración, que por lo que vimos eran muy muy generosas. Seguro que volvemos.

Hay muchos bares gallegos en Madrid que buscan traernos un trozo de la tierra del Fin del Mundo a través de su gastronomía como lo hace el Portomarín, al son de choque de platos y una decoración estereotipada.
El local dispone de una distribución cómoda para hacerse fuerte en algún rincón, si no fuese que siempre lo encuentro de bote en bote. Y es que, en la línea de la mayoría de las reseñas, gran parte de sus visitantes lo establecen como punto de espera o encuentro para «una y nos vamos».
A descartar cuando se den festejos en el barrio, como Tapapiés, ya que acceder al mismo puede ser misión imposible, y su gastronomía no busca sorprender. Un gallego que se precie ofrece lo mismo sea invierno cerrado o la sartén del verano madrileño.
Portomarín es uno de los clásicos en el triángulo Lavapiés.

¿Que has quedado en Lavapiés y llegas pronto y te toca esperar? pues ahí está Portomarín para ayudarte a hacer más amena la espera, es salir del metro y verlo, asi que no tienes pérdida.
Siempre está lleno, e imagino por qué. Nunca he ido a comer ni cenar en mesa, pero me lo guardo porque por los gallegos tengo debilidad y su comida mucho más.
Para esa espera, un par de cañas (o las que hagan falta) con pequeñas tapas con pulpito para engañar el gaznate. Es impresionante la afluencia que tiene éste bar, gente entrando y saliendo, o los ya apalancados en barra que pinta tienen de haber echado horas y callo en los codos. Los camareros son bastante atentos (se agradece) y gracias a encontrar un pequeño hueco en la barra, se puede ver por anuncios en el bar que sirven bastantes cosas ricas, para los amantes de la oreja, pulpo obviamente, carnaza.
Ya sé cuál es su aliciente, es estar cerca del metro y ser bastante amplio. Creo que cualquier parada de metro debería tener un bar para esperar de este palo. Cañas baratas, con tapa y buen ambiente.

Este es de ese tipo de sitios que uno echa de menos del norte viviendo en Madrid, un bar informal y bien de precio para hacer cenas de tapeo y jarras o para comer o cenar en plan improvisado sin problemas.
Digo que es perfecto para hacer cenas de tapeo ya que, a excepción de carnes y pescados al plato, todo son raciones de comida gallega pensadas para compartir, y no faltan las jarras de mesa de sangría o cerveza. Las raciones son muy abundantes, especialmente platos como los pimientos del padrón o los chopitos, que vienen literalmente haciendo ‘montañita’ en el plato.
Sus mejores alicientes para atraer tanta clientela es que está al lado del metro (con lo cual es de base el sitio para tomar la primera si has quedado en el metro de Lavapiés) y que es muy grande, ya que aunque en lo que es el bar siempre se ve lleno tienen otro comedor con bastantes mesas atrás. Sin ir más lejos en las fiestas de Lavapiés del año pasado (todo hasta la bandera) preguntamos con poca esperanza «¿Mesa para cenar 10?» y el camarero se quedó con un gesto de «Uffff…imposible» pero dijo «Pues va a tener que ser atrás» y allí nos prepararon una mesa para 10 en un momento.

I knew where this place was after passing it several times, and saw that there was an English review, so after finding out that my originally intended restaurant had closed, I figured I would give this place a shot.
The bottle of wine was 11 Euros, and decent, though I’ve had far better rioja in the states at that price point. The ceviche that came with the bottle, however, was fantastic.
My dining buddy wanted octopus (he’s obsessed with it), and while I like it, I was very much over it in general. I could have totally gone for more typical tapas, like patatas bravas and chorizo, but he has a somewhat bland opinion of food — so it was cheese croquettes and octopus, and nothing else. Because I don’t particularly enjoy bread, and I don’t’ eat much fried food, I wasn’t overly thrilled with my options, but then again I didn’t speak up, and they *were* pretty tasty.
The décor is nautical, which is nice, and it had a great bar and social scene, right in the Lavapies square. I’d feel better about giving this place four stars instead of three, if I had been exposed to more of the cooking, but overall it was solid enough for me to be able to recommend it.

He estado cuatro veces en este sitio, todas ellas para desayunar (mitad entre semana, mitad fin de semana). Es bien cierto que siempre está hasta las trancas, ya sea de gente que vuelve de fiesta, de los trabajadores del supermercado contiguo, de los vecinos de alrededor, ¡algo tiene que tener!
En mi caso lo que tiene es mala pata, porque las dos veces que les he pedido un pincho de tortilla he tenido que esperar bastante a pesar de estar ya avanzada la mañana, y encima tampoco me parece sublime. Además los camareros te miran como si te tuviesen miedo u odio, y tampoco es que sean excesivamente amables, aunque también puede ser que siempre les pille en hora punta y que yo esté pidiendo demasiado. Pero vamos, que para un apaño bien vale, y creo que no he terminado de probar todo lo que debería en este sitio.
Por cierto que forma parte de una cadena de locales (todos con nombre diferente) y tienen otro bastante cerca, hacia el final de la calle Argumosa, que es del mismo estilo pero más cuco y con muchas ofertas gastronómicas magníficas que hacen que esté siempre hasta arriba. Yo soy más de este último, la verdad.

Bebida un poco cara 3,70 la jarra de cerveza. Empanada de lacón escandalosamente buena, sin embargo las croquetas de lacón com grelos muy insípidas.

This was good for me, bad for my wife. Just in from barcelona, we were staying our last night in spain near the Atocha train station. The previous week, we were near La Latina, and had tried lots of tapas places. Wanting to stay nearby, our hotel receptionist recommended this place since it was just down the street. She told us that it was traditional Spanish food. Well, I liked my meal. We started with octopus cooked in butter and salt. Again, I liked it, my wife decided that she does not like octopus, in comparison to calamari. I had the roasted, suckling pig that came with fries and grilled peppers. I thought it was excellent, and had been want to try this through our vacation. It is basically the same as Filipino lechon, which I love. Anyhow, my wife got a fillet of sole grilled. She found it very plain, and regretted not ordering the version with meuniere sauce. So… I’d recommend this place if you want traditional Spanish food. My wife was disappointed, but I think she ordered the wrong things for her taste.

Mi abuelo (gallego él) y mi abuela (asturiana ella) me habían hablado maravillas de este restaurante. Así que con semejantes credenciales había que probar su empanada (uno de sus platos más destacados) y su codillo (según ellos, la joya de la corona).
Con una estética propia de un mesón típico gallego, Porto Marín es una muy buena opción para una comida a base de raciones. Sus empanadas es cierto que están riquísimas (especialmente la de carne) y su codillo, brutal. Ojo, las raciones son enormes, así que cuidado con cuántas pides.
El punto negativo llegó con el solomillo. No estaba ni mucho menos fresco. Como se suele decir, sabía a nevera, algo que le restó algún punto en la valoración final, aunque mis abuelos aseguraron que a ellos jamás les había ocurrido.
Respecto al precio, es baratísimo. Nosotros comimos cuatro y salimos a una media de 17 euros por cabeza (postre y bebida incluido). A pesar de ese solomillo, no tengo la menor duda de que me volveré a dejar caer por ahí.

Portomarín está en Galicia y sí, esto evidentemente es un gallego. De tomo y lomo o de peixe, pulpo y percebeiro. Raciones enormes, grandes como para comer en familia, muy bien de precio, muy buena atención. Mucha madera y una barra con un sobretecho interior.
Petado casi siempre dada la excelente relación calidad-​cantidad-​precio recomiendo reservar si lo que estás buscando es un sitio al que ir en grupo. Además, ve sabiendo que lo más probable es que te encuentres con una marabunta de gente que grita y pide las cosas a voces por lo que en ocasiones los camareros imbuídos por el espíritu gritón del cliente, se meten en el mismo papel y parece que te estén echando la bronca. Pero no, son de amabilidad con volumen alto.
Al Portomarín le pasa como a la chica esa del dicho que: «Juapa juapa non é pero… ¡ten un pelaso!» (;

El Gallego de Lavapiés es toda una institución en el barrio, y un poco el centro neurálgico de toda la actividad cercana a la Plaza de Lavapiés. No importa qué día vayas a este sitio porque siempre, siempre, SIEMPRE está de bote en bote.
Las raciones están chachis, muy ricas. Yo he cenado un par de veces aquí, y la verdad es que no te puedes quejar de nada: es bueno, bonito, barato y abundante, que es lo importante. Pero también es un sitio fantástico para tomarte un buen desayuno: ponen unas tostadas fantásticas.
Ahora, ten cuidado si vas a tomarte el desayuno, porque el café es bastante malillo. No sé si es que el que me lo hizo a mí tenía un mal día o pasó cualquier otra cosa, pero un tema está claro: sabía a rayos y centellas. Eso sí, te lo ponen con una tostada de pan de hogaza que quita el sentido.

Si te toca quedada por Lavapiés con algún grupo numeroso de amigos de tu abultada agenda; los de clase de yoga, los del grupo de autoconsumo, los del taller de fotografía, los colegas de la playa (eres una chica activa, social, cuidas tus amistades; vamos, un solete), este sitio es un comodín, se adapta a tus necesidades:
Es amplio, sitio en la barra, numerosas mesas, buenas tapas con la caña, buenas raciones a precios económicos. Perfecto.
Os ponéis al día de vuestras relaciones sentimentales, del trabajo, hacéis planes para el verano, a la cuarta caña os obligáis a quedar más a menudo, a la quinta decidís que el fin de semana os vais todos a Senegal, que hay un amigo que se ha construido una cabaña y está deseando que vaya gente a verle.
En los siguientes sitios a los que vayáis no vais a conseguir mantener esta comunión. Bailaréis, al hablar no os entenderéis muy bien, el grupito irá perdiendo unidades.
Porto Marín será el atraque más cómodo y divertido. Cuando soltéis amarras, empezaréis a encallar.

Si vas a salir por Lavapiés este es el mejor lugar para empezar la noche. Raciones gigantes y ricas a precios accesibles. Además está en plena plaza de Lavapiés.
Debo decir a su favor que hasta la oreja me gustó de aquí, un plato que por lo general no probaría bajo ninguna circunstancia, y que el ambiente que se forma es muy agradable y ameno.
Siempre he ido de raciones a este sitio, pero me consta que tienen un muy buen menú y que es un restaurante muy cómodo y acogedor. Los camareros cumplen con el prototipo de este tipo de negocios, cumplidores, efectivos y en ocasiones gruñones por lo atareado.
Es de esos sitios básicos, viene a ser a la gastronomía como la camiseta de algodón negra al vestuario.

Se denominan a sí mismos y son conocidos como «El gallego de Lavapiés». Además de aparcamiento propio, tienen un gran local, con restaurante, zona para tapeo y barra. Pero en horas señaladas te costará encontrar sitio así que te recomiendo que hagas reserva.
Es un sitio que conserva la buena tradición de la tapa, que como no, un buen pulpo a la gallega o a la vinagreta.
Si vas a pedir raciones, para mi gusto lo mejor, la empanada, la morcilla y pide algo de marisco porque vas a encontrar seguro frescura y calidad.
Saldrás con el estómago a tope y con mucho dinero en el bolsillo, porque no es un sitio caro.