Una pequeña óptica de barrio en plena calle Hortaleza, en el corazón de Chueca. Sencillo y acogedor, proviene de una larga estirpe de ópticos. Hay poca variedad pero te dan un trato personalizado muy a la antigua usanza. Tienen bastantes gafas vintages sin usar de cuando la óptica la llevaba el padre del actual dependiente. Además, los precios son bastante asequibles. Yo no uso gafas y vine a acompañar a mi pareja y salimos bastante contentos aunque no le compramos ninguna.