Oficina de Correos

I went here to pick up a letter that wasn’t delivered to my apartment because I wasn’t home. That’s my whole experience with this place so far.
I like that they were very efficient. There was a line but it moved quickly and I was getting my letter in no time. However, the lady in the front was completely rude to me when asking for an ID. It definitely makes me want to go to a different correo next time, but I’ll probably be back due to my proximity to it and to give it another chance.

Ya sé que corre riesgo esto de parecer «las aventuras de Lolo con Correos», pero si bien creo que el servicio que prestan tiende a ser espectacularmente bueno y fiable en el proceso de entrega y devolución (hace no mucho, grandes empresas como Amazon hicieron pruebas piloto con Correos para gestionar su paquetería y por lo visto quedaron encantados con los resultados), el servicio de atención al cliente, en especial el presencial, es atolondradamente malo. Especialmente en esta oficina, que no sé si es que se les olvida ponerles el azúcar junto al café, y están enfadados el 95% del tiempo.
Hace unos cuantos meses envié unas cajas bastante grandes a distintos puntos de España. En otra oficina de Correos que no era esta, me las admitieron sin problema de ningún tipo. Las pesaron, me indicaron la tarifa a pagar por el producto que me aconsejaron y yo me olvidé del tema… hasta que una de ellas vino devuelta. Así que me fui a correos a recuperarla, y a volver a enviarla al sitio donde debía estar.
Cuando llegué, había millones de personas delante de mí. Tomé un número para recogida y otro para envío, con tan mala suerte que, como ya he contado antes, esta oficina tiene ambos servicios separados por un tramo bastante largo de escaleras. Tras esperar un rato, me entero que el servicio de entregas va por cola, así que me subo a la planta de arriba confiando en no perder mi número.
Recojo mi caja, bastante grande, de la planta de arriba, pregunto porqué la han devuelto («nadie ha ido a buscarla», me dice la chica) y le digo que quiero volver a enviarla. Me indica que tiene que ser abajo obligatoriamente. Total, que me saca la caja y está hecha una pena, un poco floja por todos lados. Yo la entregué como nueva, pero con el trajín, está hecha polvo.
Bajo y mi turno no ha pasado, así que espero pacientemente. Creo que me tiré unos cincuenta minutos de reloj, fácil. Cuando llega mi turno se cumple el peor de mis temores: me toca la trabajadora más quejumbrosa de toda la oficina. Y no lo digo por el trato que me dispensó a mí, sino porque sus palabras resonaban CONSTANTEMENTE en la oficina quejándose de cada cosa que tenía que hacer. Era exasperante, de verdad.
Yo llevaba dos paquetes. Empiezo con el primero, lo envío y Santas Pascuas. Digo «ahora quiero enviar este» y levanto la caja y la pongo sobre el mostrador.
— ¿Esto cuánto pesa?
— En torno a unos veinte kilos.
— Esto no se puede enviar. Esto, además, yo no lo puedo mover.
Empezamos mal, porque me había informado previamente, y por supuesto que hay límites de peso y medidas, pero mi paquete estaba lejos de cumplir los 30 kilos que me habían indicado, y muy lejos de superar las medidas autorizadas.
Le explico que el paquete me lo han admitido sin problemas en otra oficina hace un tiempo, que me lo han devuelto porque no se ha entregado y me ofrezco a colocar el paquete allá donde necesite.
— Claro, no lo han entregado y la culpa es de Correos, ¿verdad?
— Yo no he dicho eso. He dicho que no se ha entregado porque no se ha recogido, y que quiero volver a enviarlo.
Colocamos el paquete sobre la báscula, y pesa 23 kilos. Ni corta ni perezosa me dice:
— Ya sé por qué no se ha entregado. Cuando haya llegado a Sevilla, han comprobado que excedía el límite de peso del servicio contratado, y lo han devuelto.
Tía, cierra el pico. Aunque ese sea el caso, límitate a realizar el envío y cobrarme, porque con este comentario vas a conseguir que te plante una hoja de reclamaciones y te réclame el importe: el servicio con el que he enviado el paquete es el que me recomendó tu compañero porque como comprenderás, no tengo ni la más remota idea de las características propias de cada servicio. Si me habéis vendido el que no es no es culpa mía ni de lejos.
Me armo de paciencia y sigo rellenando los formularios. Ella empieza a decir que me lo envía, pero que me va a salir más caro. Ya levanto la cabeza de los formularios, miro directamente a los ojos y le digo «me parece muy bien. ¿Podemos enviarlo ya?».
Se pone a teclear y me saca el recibo y me cobra. No veía el momento de perderla de vista, la verdad, porque me estaba poniendo negro. Sigo sin entender cómo, en la mayor parte de las oficinas, el servicio de atención al cliente de Correos es tan absurdamente deficiente.

Oficina poco accesible, la entrada es una puerta estrecha y el distribuidor es enano. Para las recogidas hay que subir un tramo de escaleras también estrecho y para acceder a la zona de envíos también hay escalones.
No se puede quejar uno mucho del personal porque suele haber 4 personas pero aún así en horas punta la espera puede llegar a la ½h.
Eso sí, increíblemente (nunca pensé que diría esto hace unos 10 años) cada día estoy más contenta de utilizar correos frente a otras compañías de envío (tipo Nacex, Seur…) porque aquí la relación calidad precio es excelente.

Cada vez se pierde más el uso del correo tradicional, con la ilusión que hace recibir una carta! Ya casi nadie emplea el tiempo en escribir sobre papel, con una pluma o boli, y mandar palabras personales que viajan a través del espacio y tiempo.
Para aquellos que aún queremos enviar una carta o un paquete sorpresa, aquí tenemos una oficina de correos en pleno Argüelles.
Allí mismo puedes comprar las cajas para embalar, pesar paquetes, enviar correo certificado, etc. Los encargado son amables, sobre todo el que está en la barra de la derecha que fue el que me atendió, de manera eficaz y muy servicial.