La Piola

La tarta de chocolate es de las mejores que he comido.

Este es uno de los sitios de elección de mis compañeros del trabajo para tomarse unos gintonics después de una larga jornada de… Bueno, de lo que quiera que sea que hacen mis compañeros del trabajo. Hemos estado varias veces y me asombra que aún no haya escrito sobre él.
Es uno de esos sitios de rollo vintage algo destartalado, con cada mueble de su padre y de su madre; tiene varias mesitas para cuatro personas y un sillón donde caben tres muy bien, aunque lo suyo son dos; también hay una mesita para dos personas en el ventanal que es, por mérito propio, la más codiciada: desde ella se ve todo lo que pasa en la calle León, que cada día es más cosmopolita.
El personal es bastante agradable, y la calidad y los precios también. Tienen tartas de chocolate, de zanahoria y de manzana que están muy buenas, un café aceptable, una selección restringida de tés, y una carta de tamaño medio de ginebras con precios que oscilan entre los 5 € (una sola marca y solo entre semana) hasta los 8 €, ¡son precios que raramente se ven ya! Además te ponen unas gominolas estupendas con los copazos y te las rellenan si las acabas aunque no pidas otro.
Es un sitio muy agradable, especialmente después de comer cuando aún no se ha abarrotado; por las noches seguro que también, aunque paso bastante por delante y me agobia un poco el exitazo que tiene.

Pocas mesas y ¿no atienden las mesas? ¡Qué esto no es un starbucks!
Dando una vuelta por el barrio tras haber comido y deseando tomar un café, decidimos entrar a este sitio que siempre está hasta arriba pero que ese sábado y a esas horas de la tarde estaba casi vacío.
Casi todas las mesas, de las 5 que tienen, estaban ocupadas, excepto una. Obviamente la de al lado de la ventana y la del sofá son las más demandadas.
Nos sentamos y pedimos tres café: dos con leche y uno solo con hielo. En total 4’50 €. Lo normal.
No pedimos tarta ya que aún estábamos digiriendo el postre de la comida.
El servicio correcto y rápido, pese a tener que levantarse para pedir, coger los cafés y pagar.
El ambiente, tranquilo a esas horas de la tarde. Decoración en blanco, lo que da mayor sensación de espacio. Bien iluminada y con serigrafías a la venta.

Estaba buscando un sitio para comer en Unilocal,porque en Madrid hay tanta oferta que es difícil elegir.
Estaba solo y «La Piola» se describía como un sitio para estar tranquilito. El sitio es sencillo y acogedor con sus muebles vintage. Especialmente la colección de sillas variadas tipo Thonet tienen encanto.
Al principio pensé que no era buen sitio para comer, ya que la carta es reducida y más para picar. Pero resulta que era una ventaja tomar un almuerzo ligero y sabroso, ya que las tartas estaban fantásticas.
Por cierto, el sistema es tipo autoservicio: pides en la barra y lo recoges tú mismo.
Iba a quitar una estrella porque la oferta «–3 € en gin-​tónica» para un checkin en Unilocal no existe («no tenemos nada que ver con Unilocal») sin embargo existe para todo el mundo a ciertas horas. Luego, la encargada parecía tan antipática que no pegaba nada en el sitio. Pero luego se fue corriendo y la chicha de la tarde era un encanto. Finalmente, la calidad extraordinaria de las tartas con la del café me reconcilió al final.

Una tarde de sábado apetece un café por el Barrio de Las Letras, He estado un par de veces y me pareció que en la anterior ocasión estuvo mejor que esta (probé una tarta y estaba muy rica).
Hay algo que no me gusta pero que puedo comprender que no lo hagan y es que no sirvan a mesa siendo el local tan pequeño. Entiendo de que si hay mucha gente, sea más complicado, pero si a la hora del café hay pocas personas es un detalle que vayan a la mesa a servirte. El café la verdad que no es gran cosa, no más que el típico café que te ponen en cualquier bar.

Ni por la cuerda, ni por el adjetivo usado en Argentina y Uruguay, «La piola», debe su nombre a las tabernas del la region del Piamonte, nuestros bares «Paco» de toda la vida, donde los parroquianos, la mayoría septuagenario, pasan la tarde jugando al mus.
Este sitio es acogedor, con precios normales, bueno para todas las horas donde tomamos cafés. Su decoración es sencilla, donde prevalece la madera y los tonos pastel.
Sin duda un buen lugar para empezar o finalizar la jornada!

Cafetería con un ambiente de día tranquilo y acogedor –siempre hay alguien a solas con un libro, o en su defecto un portátil– y por la noche se transforma en uno de los bares con más vidilla del barrio. Este es uno de esos cafés que abre de sol a sol donde se puede desayunar, comer –platos sin florituras, ensaladas, pasta o unas tostas-​, merendar –tartas caseras– y tomar cañas o unos cócteles.
Un lugar súper acogedor en una de nuestras calles preferidas de Madrid: la calle León.

This is by far my favorite neighborhood café/​bar. It has a very rustic and home like feel, as evidenced with the mismatched furniture. No table service here, take a look at the menu and order at the counter. They have a range of coffee drinks, teas, traditional Spanish chocolate and other tasty treats. I usually find myself here with good friends discussing the events of the day or week. The ambiance is quiet, relaxed, great. They even allow dogs inside! The bathrooms are small and quaint but that’s fairly normal around Spain. My only wish is that they had more space, as sometimes getting a table can be a challenge. Definitely my favvvvvvorite neighborhood establishment by leaps and bounds.
P. S. No credit cards accepted! Standard Spanish tradition.

Ayer fue la primera vez que entré porque me lo había recomendando una amiga que vivía en la calle León. Muchas veces había pasado y observado por el ventanal pero siempre estaba llenito o justo cerrado. Pero ayer fué el día.
Me gustó mucho sentarme en la barra, yo soy mucho de eso, porque me encantan los taburetes antiguos y en muchas ocasiones te haces coleguilla del camarero.
El café estaba muy rico y el té con leche también. Tiene un rollo muy especial, como casi todos los bares que son del rollo retro/​vintage. La camarera fue muy maja y el precio normalillo, 3 euros con algo por las dos consumiciones. Perfecto para ir con amigas o en pareja.
Super recomendado!

Cuando vivía en Huertas era mi bar preferido.
Buen ambiente y de vez en cuando exposiciones interesantes.

Es mi sitio favorito del barrio de Las Letras para tomar un café o una copa en un ambiente relajado, al que seguramente influya más de lo que parece su aspecto de bar antiguo y destartalado, con una no-​decoración que casi parece un homenaje al viejo encanto colonial, que quizá no invite demasiado a entrar a un público super exquisito. Ese es, también, parte de su charme.

Bastantes guiris en el momento que fui yo, pero he de decir que tenían pinta de ser guiris locales, de esos que viven en Madrid y se juntan para tomar unas cañas un sábado por la tarde con los amigos, como hacemos todos… Lo digo porque el emplazamiento del lugar, en pleno Barrio de Las Letras, invita a que esté absolutamente lleno de turistas. Pero, curiosamente, este bar parece no estar entre sus favoritos.
Acudimos a este sitio después de haber comido como auténticos brutos en un restaurante cercano y de haber tomado un gin-​tonic prácticamente de degustación, y La Piola tenía lo que íbamos buscando: buenas ginebras, ambiente distendido, un sofá con varias sillas alrededor donde cabíamos todos sin apreturas y una camarera la mar de simpática.
La decoración del lugar tira a lo vintage descacharrado, pero con encanto. Las paredes, prácticamente desnudas excepto unos apliques súper guays con bombillas de esas que tienen el filamento tan grande que se ve y de las que me enamoré en el primer momento. Pero todo hay que decirlo, en mi grupo nos enamoramos más de la camarera. Y es que la historia fue tal que así:
Nos acercamos una amiga y yo a pedir a la barra. Cinco ginebras con tónica y una Coca-​Cola. La chica nos los prepara de buen grado, pagamos y volvemos a la mesa salivando, de las ganas que teníamos de pegarle un trago. Colocamos las bebidas, nos sentamos alrededor de la pequeña mesita y comenzamos a hablar con tan mala suerte que, una de mis amigas, va a cruzar las piernas, da una patada a un vaso y se cae. Entero. La copa había costado seis euros (bastante más barata de lo que estamos acostumbrados, la verdad) pero aun así, estaba entera.
La camarera se acerca con una fregona, da un par de pasadas al suelo y, cuando mi amiga vuelve para pedir lo que se había caído y dispuesta a pagarlo, la chica ya se lo estaba poniendo y no le cobró nada. Así que, evidentemente, la chica nos ganó instantáneamente. Volvemos fijo.

Ambiente agradable, muebles vintage, bebida barata y no de garrafón, algunas tapllas con buena pinta… El único defecto es que no aceptaban tarjeta, por lo demás, un sitio al que sin duda volveré.

Puede que no tenga nada de especial, y que por esto precisamente lo sea. Una cafetería con seis mesitas; una de ellas al ladito de la ventana y otra con un sofá de tres plazas. Si vas a la hora del café es probable que encuentres sitio.
Me gusta para tomar cañas dobles, o bien antes de comer o a media tarde. También hay tostas y ensaladas para picar, aunque yo no las he probado.
Un sitio tranquilo, con gente que va a su rollo. Ideal para tomar algo antes o después de la filmoteca (queda como a cinco minutos de los Cines Doré). ¡Ah! Importante: los guiris ruidosos no lo tienen en su agenda.

Comparto la opinión de Hop-​Frog sobre el fresquito que hace en invierno y lo demás. Sólo añadir una cosa que le hace ser un sitio especial: que dejen entrar perros con sus dueños. Es tan difícil encontrar un sitio así y tan agradable de ver a los perros esperando que sus amos se tomen el café

Bar reformado con gusto hace unos años y con toques italianos en la comida que sirve. Es cómodo (tiene un viejo sofá) y su café (aunque a 1,40) está bien. Tienen gran variedad de tés y chocolates calientes y, a veces, suculentas tartas.
Ofrecen raciones de pasta al mediodía, pero lo mejor son las tostas: de mozarella con tomate, de jamón serrano, de salmón ahumado, de queso con anchoas, crostino
Sus paredes suelen estar decoradas con exposiciones de pintura y fotografía, lo que le da un toque de calidez. Siempre hay algo a lo que mirar.
¿Algún inconveniente? La temperatura: Demasiado caluroso en verano y demasiado frío en invierno.