La Escondía

¿¿¿¿Por qué he de tardado tanto tiempo en hablar de La Escondía??? Debe ser un misterio porque es uno de esos espacios que me resultan la mar de interesantes en Madrid. Hacía mucho que no venía, que no atravesaba esa puerta discreta. Y, la verdad, esta vez me quedé en la puerta, porque en verano, La a Escondía resulta calurosa.
¿Qué hace de La Escondía un lugar interesante? Primero, solo encontrarás cerveza y ricos vinos que podrás acompañar de esas patatas fritas de churrería que siempre hay en la barra. Si te estiras un poco, mira la carta porque, si te gusta el queso, este es tu lugar. Segundo, si pasas de la barra, descubrirás pequeñas habitaciones con sus mesitas de madera y taburetes, esto es lo mejor. El espacio propicia buenas conversaciones y muuuuuchas risas.
Siempre hay música buena sonando y gente encantadora tras la barra. Ya os lo digo, es un sitio especial.

De los sitios que siempre recomiendo. Haciendo honor al nombre, tras una pequeña y discreta puerta está La Escondía.
Sitio con solera y pintón. De los que da gusto visitar y siempre te deja buen sabor de boca.
Entra y avanza hasta encontrar alguno de los saloncitos donde aposentar el culo en sus taburetes bajos de madera. Previa parada en la barra, claro está.
Vinos ricos. Cerveza fría. (Creo que ya también sirven refrescos).
Los quesos, a cual mejor. Imprescindibles Idiazabal y el queso de Mahón. El morcón un MUST. Y las patatas fritas que siempre encontrarás en la barra son también bastante resultonas.
Vaya, que ya me están entrando ganas de volver a visitar La escondía!

No existe felicidad posible sin buen queso. El amor es una ilusión, el dinero un engorro, y el sexo está sobrevalorado porque antiguamente era imposible de conseguir. Pero el queso es real, tangible, accesible sin crearte problemas, siempre presto a alegrarte el día.
Pues si esto es así, en La Escondía tienen el mejor queso que he comido en Madrid. Lo mismo el que te ponen con la caña o el de ración. Una maravilla, porque además poca gente lo sabe, así que cuando voy siempre hay queso para mí.

No sé por qué este bar se llama la escondía, si por lo poco vistosa que resulta su puerta de entrada o por lo que cuesta encontrar las mesitas… Ya os desvelo el secreto: tenéis que caminar y seguir el pasillo, pasar los baños y ahí están. Si tenéis suerte, conseguiréis la mesa de al lado de la ventana.
En este singular bar no se te ocurra pedir nada que no sea vino o cerveza, a lo mejor y sólo a lo mejor, tendrán casera para hacerte un tinto de verano o una clara, pero tampoco apostaría mucho.
Siempre te ponen embutido con picos de tapa y hay cuencos con patatas.
Es una taberna de las buenas, buenas…

Si conoces esta taberna es que la has encontrado y eso que no es tan fácil, pues está escondida en un rincón de esta céntrica plaza, oculta entre otras puertas más grandes de otros negocios. Yo descubrí este bar hace tiempo y desde entonces son muchas las veces que he entrado a tomar una caña o un vino, acompañado de las ricas tapitas que te ponen, normalmente queso, chorizo o morcilla. Es un lugar pequeño y encantador, íntimo y acogedor, ideal para esconderse del bullicio de esta turística zona de la capital, para hacer una parada y descansar antes de volver al ajetreo de la gran ciudad. Aquí se respira tranquilidad y suena música de fondo, flamenco o pop español, cualquier cosa que le apetezca poner al dueño. Así que ya lo sabes, la próxima vez que cruces esta plaza no pases de largo y entra. Disfruta de este bar auténtico y especial, que es como un remanso de paz, un oasis escondido en el centro de Madrid.