Decidimos reservar en este local del centro(al lado de la Puerta del Sol) que acaba de abrir. La verdad es que es muy bonito y entra por lo ojos. La fachada es de color amarillo y azul y da un toque especial y bien escogido. El local tiene dos plantas, la superior con una barra, algunas mesitas y la cocina que es muy chiquitita. Bajando unas escaleras encuentras el comedor, muy bonito y hogareño. La decoración del local es uno de sus puntos fuertes, sin duda. Los camareros son muy amables y atentos. Una cosa que a mi no me gusta nada es el relaciones públicas que hay en la entrada. No por él, es que es imposible andar por las calles del centro sin que te atosiguen… Pero como están en todos los locales de esta calle, se ve necesario, parece ser. El servicio muy atento durante toda la cena y siempre preocupándose por cómo se desarrolla. Saben ayudarte a escoger los platos y entienden la carta. Siempre es de agradecer un buen trato y más en una zona como esta donde en muchos sitios parecen que te hacen un favor por servirte. Sólo puedo decir cosas buenas del trato. Mención especial a la vajilla que usan, unos platos de metal y unas tacitas a juego que eran muy bonitas. La comida es bastante buena pero sin llegar a tirar cohetes. Creo que la comida se ajusta bastante bien al precio final. Tienen detalles muy buenos como el aperitivo que nos pusieron, me encantó, y un surtido de tres salsas a la cual más picante. De primero tomamos un guacamole muy bueno y natural. Me gustó mucho. Yo pedí un burrito de chili que me gustó aunque me pareció algo soso. Venía con una crema agria que le acompañaba muy bien. Mi amigo se pidió uno de Cochinita Pibil muy bueno. Mi novia optó por las fajitas(no recuerdo cuales). Deliciosas, quizás lo que más me gustó. Una ración algo escasa pero muy, muy, buena. Mención aparte la margarita de fresas que tomamos. A mi no me gusta nada el alcohol, pero estaba riquísima(¡para que yo diga eso del alcohol!!!) muy dulce y agradable. Tienen cócteles y demás, si todos están tan buenos como esta margarita es una pasada. Habrá que volver a probar. De postre, una tarta de queso que no estaba mal. Algo densa para mi gusto y con un sirope por el plato que no le venía nada bien. La verdad es que la carta es tremendamente variada y es un restaurante que se deja visitar varias veces. Un buen mejicano a tener en cuenta. Lo peor de la noche fue la compañía en el comedor. Una mesa de cuatro chicas muy fiesteras que hablaban a gritos(algo habitual en España) y una mesa con tres niños donde el más pequeño no paraba de llorar. Es algo que puedo aceptar, un niño tan pequeño no atiende a formalismos. Otro tema sería si se debe ir con niños pequeños a esas horas de la noche. Pero el padre puso la guinda al gritar«¿huele a caca? ¿el niño huele a caca?». En fin, cosas que no entenderé nunca. Evidentemente el local no tiene absolutamente nada que ver con este tema. Resumiendo, un mejicano con una carta muy atractiva, a un precio justo y con un servicio y cócteles a tener muy en cuenta. Un local muy bonito y agradable. Merece la pena. ¡Saludos!