Visita al Auditorio. Tras la salida y un par de cañas en otro sitio cercano, propongo venir aquí a comer, pues hace un día estupendo y sé que la terraza es muy jugosa. Se trata de un bar-restaurante ubicado en el mismo parque de Berlín, con una hermosa terraza bajo verdes y frondosos árboles, aparte de un salón cerrado. Como indica su nombre, están especializados en barbacoas. Nos toma nota una chica que nos«revoluciona» el pedido: «¿Calamares? Los calamares aquí son una mierda, yo no los pediría. Aquí hay que pedir jamón y cualquier cosa con la palabra ‘brasa’». Pues nada, en sus manos nos ponemos y pedimos media de jamón, varias cosas a la brasa, unas croquetas y unas bravas. Todo bastante bien, excepto las bravas: mediocres y con salsa de bote(«…morenote», no puede evitar pensar mi cerebro). Pero cinco horas atrincherados dan para mucho, así que el festival de cañas, vinos, cafés, generosas copas de crema de orujo…, no cesa, y llega la hora de la merienda y dos pedimos un par de montados de lomo: algo decepcionantes, con muy poco lomo(incluso sendos trozos de panceta ¿?) para tanto pan. Al final, y sin contar un olvido, 100 euros a repartir entre cinco personas, que se hicieron fuertes en la terraza durante cinco horas. Exceptuando un pequeño incidente anecdótico que no procede y el par de cosas que es mejor no pedir, una grata experiencia en un marco muy agradable, si bien por la tarde empezaron a llegar hordas de padres con niños(incluso se podían ver varias celebraciones de cumpleaños en las cercanías). ¡Ah! Muy cerca está la heladería Edelweiss, que al parecer tiene unos helados muy ricos.