Muy ricas tapas. Pan muy sabroso. La cerveza a temperatura. Atencion apropiada y rapida. Recomendable
Clara I.
Tu valoración: 4 Madrid
Esta cadena de bares tiene una filosofía de beber y comer no del todo mal y a buen precio. La mayoría de las personas que vamos utilizamos la oferta de pide una consumición y la tapa que eligas entre 30(creo) que ofrecen. Esta vez fuimos al Indalo que hay en la plaza de Jacinto Benavente. Una clara mejora que noté de la última vez a ésta, es que esta última no salí de allí apestando a fritanga, ¡un punto muy favorable! Al menos para mi. Normalmente cuando iba tomaba cervezas, pero ésta tomé el vino de rueda que ofrecen y la verdad es que me gustó mucho. Las tapas, como siempre, si no tienen demasiado jaleo, están bien hechas, con cantidad buena y calientes. Cuando se les acumula mucho trabajo comienzan a tener fallos… Diferencia en una de las tapas que me encanta con respecto al Indalo de la plaza de los cubos(así es como yo la conozco, cerca de la Plaza de España), es que en la tortilla desestucturada en el de la plaza de los cubos la sirven con patatas de verdad y mucha cebollita caramelizada, y en el de Jacinto Benavente ponen menos cebolla y patatas paja… una diferencia abismal en cuanto al gusto por la tapa, en uno lo pido y en el otro ¡ni loca! Por supuesto, quien quiera, puede pedir raciones, hay gente que lo hace, yo nunca, así que no puedo opinar.
Pablo C.
Tu valoración: 3 Madrid
Me habían llegado ecos de la fama de esta cervecería por Alcalá de Henares, creo que lugar de origen de esta ahora franquicia que se ha extendido por toda la provincia. Al ver la reciente apertura de este local de la calle Atocha, por donde paso a menudo, sabía que era sólo cuestión de tiempo pasar y probar. La formula de su éxito consiste en ofrecer una generosa tapa con la consumición a elegir entre una variada selección de la carta, como suele ser costumbre en Almería en donde está inspirado el concepto, aunque allí te las cantan, no te lo proponen en un menú impreso. La idea evidentemente es atractiva y siempre será mejor que un bar de esos en los que te ponen unos cacahuetes rancios o un canapé con mayonesa enfoscada. Pero tiene algo de truco. La caña tiene que ser doble como mínimo y está un poco subida de precio para compensar justamente la tapa copiosa. Pero a mi gusto le falta alma, como suele pasar con tantas franquicias. Tiene la misma clase de organización industrial. Pides en la barra o en la mesa, te anotan el pedido pulcramente en el ordenador y se envía a la cocina que está al en el otro extremo del bar. Y cuando te toca por el orden de pedido te lo trae un camarero concreto junto con el justificante de la tapa solicitada, que en nuestro caso fue una eternidad porque me podía haber tomado tres cañas hasta que trajeron la tapa. A mi se me hace un trato algo deshumanizado, cada vez más frecuente por otra parte en tantas cadenas desde hace tiempo. Yo prefiero los bares con personas, no con robots, que canten las tapas, que no tengan que enviar un emisario a la Cochinchina para solicitar formalmente mi tapa… En fin, la vieja escuela. Pero vamos, que para salir del paso e ir sin expectativas naturalistas es un sitio de lo más recomendable.