El Dinosaurio todavía estaba allí

¡Una experiencia maravillosa! Un local que rezuma personalidad desde el momento que pasas por la puerta hasta que te marchas con la seguridad de que algún día volverás, incluso en los aseos.
Disponen de una carta justa, pero que ofrecen auténticas delicias con nombres de obras literarias. Pedimos para compartir una ensalada «El Laberinto de Noé» (Ensalada de bonito, tomate deshidratado y frutos secos), un «El Chef ha muerto» (Huevo frito sobre mousse de hongos y foie) y un «Jamón calibre 45» (Ragout de ciervo con corona de trigo tierno). Espectacular todo, pero me quedo especialmente con el Ragout.
El «Dinosaurio» va directo a mi lista de favoritos. :)

Me hubiera encantado ser la primera en Unilocalear sobre este sitio porque me ha parecido todo un descubrimiento.
Entramos por casualidad andando sin rumbo fijo por la zona con unos amigos. El sitio es pequeñito, tiene 5 mesas y una barra pequeña. La decoración es muy original, siempre con un dinosaurio como tema. Tiene exposiciones temporales. La que está ahora son fotos de grafittis en Tahiti justo después del terremoto.
Pedidos dos tapas: hummus y tzatziki, y una botella de verdejo, no demasiado fresco pero nos pusieron hielera. Fueron 19 €. El hummus rico pero el tzatziki no me convenció del todo. Cada tapa 3 € y el vino 13 €. No nos pareció especialmente caro. Nos hemos quedado con ganas de volver para pedir algo de la carta.
Lo mejor sin duda el trato del personal. Son muy agradables sin ser pesados, que eso se agradece siempre.
Organizan conferencias, poemas jam (esta bien escrito???), presentaciones de libros…
Un sitio apuntadisimo para futuros planes.

Me gustaría resaltar la amabilidad y cercanía del personal… Hace que de verdad te sientas como en casa! Un lugar tranquilo y distendido para pasar una bonita velada, tanto en grupo como en pareja, en el ajetreado barrio de lavapiés.

Nada más entrar se respira un rollo bohemio, que no sabes si estas en una librería o en un bar — restaurante, ya que esta repleto de libros por todas partes y con una decoración un tanto curiosa. Llegamos con una oferta del famoso sitio de descuentos del 50% (si señores se lo recomiendo siempre, porque así puedes ir a cenar más veces a más sitios gastando mucho menos).
El caso, que nada más llegar la camarera super amable y con una sonrisa nos atendió eficientemente, pedimos para compartir una mousse de trufa con huevo frito que estaba espectacular tanto, que nos faltó pan para seguir rebañando y dejarlo impoluto. De segundos, pedimos una ensalada de bacon con más cositas muy rica, y un tartar de salmón con aguacate que aunque estaba bueno le faltaba algo más de elaboración y condimento. Todo esto acompañado de unas cañas y algo de postre que creo no recordar. Salimos por menos de 15 € cada uno, pero con descuento, sin descuento creo que tiene precios un poco elevados, no obstante si encuentro otra oferta iré porque me gustó.
Decir que los manteles de papel que te ponen, vienen poesías cortas amorosas super bonitas que hacen al lugar más acogedor, y también que la cocinera fue muy maja ya que mostraba interés por si nos había gustado la comida, y eso es de agradecer.

«El Dinosaurio» no es un local corriente. Es probablemente el polo opuesto a una cadena o franquicia.
Se trata de un café y gastrobar pequeñito con un carácter muy propio. Lo especial del «Dino» son sus noches temáticas, su dedicación a la literatura con lecturas de poesía y una pared con estantería que parece más de librería. También organiza regularmente noches de cuerdas (y no hablo de violines ni de chelos).
La decoración y la comida son caseras y en la carta se refleja la afición a la poesía: «El laberinto de Noé» y otros títulos suscitan la curiosidad. Y la verdad es que lo que el chef crea en la cocina lo disfruta tanto el ojo como el paladar. No me hubiera esperado tanta sofisticación en una cocina tan pequeña y en un local tan sencillo. Eso si, en horas puntas ni el chef puede obrar milagros y uno tiene que estar armado de paciencia.

Fuimos a comer y coincidió con un recital de poesía. Al menos fue curioso. Pedimos las tostas, que estabas buenas (pero pequeñas para su precio), la tabla de quesos (no muy acertada para su precio, no había quesos de gran calidad, nada muy curado al menos) y un plato cada uno.
El problema del bar, como se habrá intuido, es que su calidad precio no es nada buena, salimos a 25 euros por cabeza (con unos postres que no eran nada espectaculares) y aunque no se come mal, no vale lo que cuesta.
Me dio la sensación de ser bastante pretencioso. En serio, la tabla de quesos, para el aficionado a los quesos, es una broma.

Tu opción si lo que quieres es dejarte ver en una «gastro-​librería» tomando un vino repuntado mientras finges trabajar con tu mac.
El sitio es agradable, bien ubicado, con una carta breve que podría pasar por aceptable si no se dejara arrastrar por una pretenciosidad vacía (que en realidad define los conceptos en los que se basa todo el local), hundiendo su relación calidad-​precio.
Hay mejores opciones a pocos pasos pero si quieres probarlo evita el vino, mal conservado; mejor una caña.

Un sitio agradable, mas en invierno que en verano. Pequeño pero acogedor con sus librerías. Tiene solo dos o tres mesas «normales» el resto son altas. El local es acogedor. Cuando estuve no había mucha gente, pero me imagino que con el local lleno tiene que ser un poco incomodo. Lo mejor la decoración. La comida no está mal, un poco cara para lo que es.

Esta cafetería-​librería-​gastropub me encanta y no me encanta por la carta sino por las actividades que acoge. Conocí este sitio las Barferencias, conferencias de arqueología que tenían lugar el primer viernes de mes.
Tienen Estrella Galicia y eso ¡lo agradezco!, también tienen una buena selección de vinos y en especial tienen uno blanco de la Mancha que está muy bueno.
Trato muy cercano

Librerías-​cafeterías en Madrid hay cientos, y las hay flamantes, las hay más modestas y las hay especializadas. Pero el concepto de gastropub-​librería creo que todavía no había llegado a la capital, y la verdad es que es un placer ver que alguien ha decidido darle un nuevo giro al concepto.
El Dinosaurio Todavía Estaba Allí, además de un fragmento del célebre microrrelato del hondureño Augusto Monterroso (el más corto en lengua española hasta 2005, que se publicó ‘El Emigrante’ de Luis Felipe Lomelí), es un pequeño restaurante-​cafetería-​librería en Lavapiés en el que, definitivamente, te vas a sorprender. Lo primero porque vas a ver unos cuantos dinosaurios en sus paredes, lo segundo porque la selección literaria es impecable, y además su vida cultural es de lo más ajetreada: desde presentaciones de libros hasta eventos más especiales como las «Catas de vino y prosa» (nadie me va a decir que este nombre no está realmente bien traído), Liter-​jazz, rounds de poetas (una especie de combate de boxeo entre versos) pasando incluso por otros todavía más llamativos, si se me permite, como ‘Follamar’, con un título que prácticamente lo dice todo.
Pero por si todo esto fuera poco, tienen wifi, son verdaderamente amables, simpáticos y te tratan como si estuvieras en tu misma casa y, además (sí, hay más) tienen una carta de comida corta pero certera. Yo me trinqué unas migas toledanas con su buen huevecito frito y unos torreznos que quitaban el sentido que, acompañadas de una caña, me pusieron más contento que unas castañuelas. Y eso se agradece.

Ayer acudimos al Dinosaurio para una charla informal con un grupo de amigos y debo decir que el local me conquistó. Amplio, despejado, libros interesantes y una excelente atención. Espero volver algún día a mediodía o por la noche ya en plan cena porque me quedé con ganas de probar la carta.

Sitio acogedor y original: librería cafetería o «al verre» como dicen los argentinos. Precios moderados y comida normalita.
Eché de menos un mantelito individual, quizás por que teníà la sensación de estar comiendo en un escritorio y la culpa es mu mala!
El camarero muy amable nos explicó lo que era la sal negra que nos pusieron para aderezar la tosta de solomillo con brie que nos pedimos. Es una sal no refinada procedente de la India con un fuerte sabor sulfuroso aunque yo lo sentí como ahumado.
Un apunte si las vueltas las dieran en un platillo invitaría más a dejar propina!!!

I’ve been passing this place every week, but never went aside. My friend and I had some free time and were quite cold, so we popped inside. Interesting name, entrancing book lined interior, peculiarly named menu items.
I ordered the cheese plate with slim breadsticks and marmalade. I also had the salad with smoked salmon and avocado. Both were presented really well. The cheese were great, the marmalade memorable. I do wish there were more breadsticks or crackers to eat the cheese with. A dish for two. The salmon salad was quite nice and paired well with the avocado. I hope to return. Both items were 4.50, a bargain.