El Diario

No es precisamente uno de esos sitios donde iría todos los días, pero hay que admitir que el apaño lo hace cuando paseas por la calle de las huertas en busca de un lugar donde tomar un vermut y no acabar decepcionado.
Es un local muy amplio, con un decorado que es una pasada, un poco de por aquí y un poco de por allá. Lo cierto es que tiene su encanto y está muy bien montado. Una barra enormemente larga y una sala con mesas al fondo y otra a la entrada.
Los precios son turísticos, para que mentir, pero bueno, es lo que uno espera por la zona, por dos vermuts pagar 6 euros es algo casi prohibitivo, aunque te pongan tapa y la tapa esté buena.
El trato es medianamente aceptable, nunca he salido con una gran impresión, aunque tampoco mala.
Ya digo, un sitio para salir del apuro.

Rustic, no nonsense Spanish cuisine. I truly felt like I underpaid for what I received. The swordfish was the most flavorful and tender that I’ve ever had. The ox tail stew served with fries was so rich I couldn’t finish it. I felt like a failure, a disappointment to my ancestors.

Callejear por Madrid por la Calle de las Huertas es una delicia. Sea el punto que sea donde tus ojos decidan posarse, allí verás un detalle que te llama la atención. Pero claro, tanto mirar hace que a uno le entre sed. Así que a buscar algo abierto al mediodía y que llame la atención. ¡Ya está! ¡El Diario!
La decoración del local está muy chula, sobre todo cuando alzas tus ojos y te encuentras un techo decorado con hojas de periódico, tal como su nombre indica. Suelo de mosaico, balanzas antiguas, esculturas varias, instrumentos musicales, combinando ladrillo cara vista con madera, … Un encanto de local desde mi punto de vista.
Como cosa rara en mí, me pedí,… No, no voy a mentir: mi copita de vino tradicional. El que me sirvieron, un Luis Cañas Crianza, riojano, que no había probado anteriormente pero que no defraudó. El camarero más que agradable. Puedes pedir pinchos, de los que tienes a la vista. Y pagar según consumas. Nosotros nos conformamos con mi copita y con una cerveza, más la tapa que sirven de acompañamiento.
Por la hora en la que entramos, me dejé pendiente muchas cosas que probar, sobre todo, ver su transformación en horario nocturno, pero intentaré verlo cuando vuelva por Madrid.

A mí este sitio me gusta. No es la primera vez que voy, sinceramente, intento pasarme del vez en cuando.
Me gusta porque la caña suele ir acompañada de una buena tapa, aunque tengo que decir que la caña cuesta un pelín más cara que en otros lugares. Lo siento ahora no recuerdo bien el precio, no sé si 1,4 o 1,5 €.
Lo que más me gusta son sus pintxos, de los que hay que pagar, sus tostas y, especialmente, sus mini hamburguesas. Todo ello se completa con abundante materia prima de calidad. Recuerdo que, en alguna ocasión, he ido a comer y no he podido ni mirar la carta porque el expositor de pintxos y de tostas llama tanto mi atención que no puedo atender otra cosa.
Un defectillo que tiene, y bien grande, es que en verano no tiene terraza por lo que, para mí, es la época en la que tengo que dejar de ir.

Reconozco dos cosas, que es algo turístico y un poco caro, pero los pintxos son bastante grandes, tan grandes que parecen tostas, y son muy variados, aunque no tienen la originalidad de otros, siguen siendo muy apetecibles, son de comer con cuchillo y tenedor, ya que van bastante cargaditos.
El lugar es amplio y tienen una barra muy larga, con mesas al principio y al fondo y pequeñas repisas en las ventanas, lo que hace que siempre encuentres un hueco para tomar algo.

Leo los comentarios de mucha gente de fuera y pienso si este local con posición estratégica en una zona turística realmente será tan bueno como lo pintan; de hecho dicen que siempre está lleno, pero entiendo que se refieren a los fines de semana porque yo paso por delante habitualmente y no es tan grave. Es más, el otro día estuvimos siendo sábado noche y precisamente lo elegimos por ser el que tenía menos agobios de los alrededores.
Los camareros son majos, aunque no me agradó mucho que estuvieran tomando copazos de licor en un ambiente claramente festivo para ellos mientras me atendían, aunque es cierto que la atención no fue mala. Sin embargo, se ve que les afectó a la capacidad aritmética porque me dieron las vueltas un poco mal, y teniendo en cuenta que eran 4 € y yo les di 5, tampoco había excesiva pérdida.

Our happiest night in Madrid.
We stopped at the Prado, the cathedral behind it, then another cathedral on a Friday evening during Lent. We were tired & hungry.
El Diario looked beautiful from the outside and there was space in the marble-​topped window seats.
Our first round of Cana & Rioja came with a snack of pickles, fries, and grilled peppers, which the kids devoured. We ordered a canapé with Brie & anchovy, heated & cut into 3 pieces with more fries, which was amazing. Our son loves potatoes & we like it when he’s happy while we are eating (aka NOT SCREAMING). Another round & another free plate of something amazing while I ordered the eel canapé, also served with something extra. We thought the word for eel was gula, which means gluttony, though it was something completely different. We do feel like gluttons here in Spain, however, and I’m pretty sure I will develop the rich man’s problem of gout, as discussed in Poor Richard’s Almanac, by the time we return, thankfully tomorrow.
We ended with a plate of some cured pork product which was incredible.
5 stars for gorgeous ambience, a friendly & prompt staff, delicious food. 33EC for at least 6 plates of food, 3 rounds, and shots of aguardiente, the Spanish version of grappa.
Bonus: there is a kid’s park across the street.

Una barra perfecta para tomarte unas cañas con sus correspondientes pinchos al salir de alguno de los museos de la zona. Lugar espacioso y trato amable. Además de la barra también tiene comedor en el que se pueden pedir platos y raciones.

I am giving them five stars mostly just because they were so nice. We were obviously disoriented from the rain and the riots and just needed a sanctuary. They were happy to let us just sit and drink and watch the sidewalks. Every now and then they would drop a small plate on our table to keep us going and it was always a welcome treat. The guys behind the bar are just too nice as were the clientele. I can’t really say much about the food but it looked great.

Típico local de aspecto ranciamente madrileño cuya fama no está justificada en mi opinión. Las cañas son carillas (casi a 2 pavos) y las tapas que te ponen no son nada del otro mundo.
Otra de sus características son los picos acusadísimos de clientes. Un sábado o un domingo a la hora del aperitivo va a estar atestado, pero es fácil que el resto de la semana el amplísimo local apenas sea frecuentado por los abuelete del lugar y por los que tienen que hacer tiempo para la cola del DNI en la comisaría de al lado.
Cumplen, eso sí, con una norma no escrita de los hosteleros que consiste en invitarte a una cañita una vez has tomado 3 ó 4 rondas. Aunque ahora, visto con perspectiva, no me extraña: todas las veces que he entrado estaban llenos y, al irme, prácticamente les he dejado con una mano sobre otra…

Es una gran cervecería donde tienes unas raciones muy especiales de comida casera y con platos propios de la cocina gallega como el pulpo a la gallega o el lacón.
Es un buen sitio para tapear antes de entrar a los locales de música que están en la zona de arriba de la misma calle.
Tienen muy buenos precios y raciones que te dejarán con muy buen sabor de boca.
El trato es excelente y buscan fidelizar a la clientela. Espero que lo consigan aunque siempre que voy está de bote en bote sea la hora que sea ya que es un lugar para tapear, comer y cenar.
Además de buenos precios, tienen buena cerveza y bien servida. Variedad en vinos y comidas.