Díaz y Larruy, en la parte de la Cava Baja más cercana a la calle Segovia, es una de esas tascas pequeñas y abarrotadas que, si tuvieran un aforo siete veces mayor, también estarían de bote en bote. La ecuación es sencilla: precios razonables, calidad del producto e imaginación sobre el plato. Igual te puedes comer una tosta de queso azul fundido sobre una compota de pera(maravillosa) como una de bacalao sobre salmorejo o la especialidad de la casa, sobrasada de cerdo ibérico con miel. Y los nombres remilgados no cumplen el tópico: la ración es abundante. Además, son especialistas en vino y lo mismo puedes pedir un Rueda fresquito como un Albariño o un tinto del Somontano. Y siempre hay un vino del día, con precio rebajado sobre el resto. Es decir, que con 11 euritos te has tomado dos tostas y dos vinos: si entraste allí enfadado con el mundo, saldrás saciado y reconciliado con la vida, si lo hiciste de buen humor, saldrás saciado y reafirmado en tus buenos pensamientos.