Detres

Vinimos aquí a última hora para comer animados por las opiniones.
La verdad es que al llegar empezamos a decepcionarnos bastante por el servicio. Parecía que nadie venía a la mesa, nadie pendiente, poco interés a la hora de resolver dudas sobre los platos, etc.
Nos avisaron antes de llegar de que estaban hasta arriba, pero no pensamos que tanto. La realidad es que si lo estaban. El salón de comidas estaba totalmente lleno y no daban a basto, y aún así trataban de ofrecer el mejor servicio posible. Nosotros nos sentamos en mesas altas en la zona del bar, pero comimos bien allí.
Pedimos un pequeño cambio en la ensalada y se negaron, pero al final lo hicieron. Me hubiera gustado que me avisasen correctamente de la salsa de la ensalada, ya que pregunté si era balsámico y el hombre asintió sin prestar la suficiente atención, y luego resultó ser salsa de mostaza con miel. La ración de parrillada de pescado se quedó escasa pero no fue su culpa, ya que nos avisó que era más bien para 1, pero decidimos compartirlo.
La cosa es que al terminar la comida el camarero se acercó empapado en sudor, presentándose y pidiendonos mil disculpas, explicando que realmente no daban a basto en este momento y que ese cambio de ingrediente lo había tenido que hacer él mismo a toda prisa en la cocina. Me pareció un detalle; nos ofreció limoncello y fue muy amable explicándonos la situación.
Con esto puedo decir que se preocupan por el trato al cliente. Y, la verdad, no me extraña que estuviese lleno, todo estaba bastante rico y bien de precio. Es perfecto para ir tanto en grupos familiares, como con niños, amigos o pareja. Al final salimos mucho más contentos y satisfechos de lo que nos imaginabamos durante la comida.

Un sitio que acaba de abrir con comida típicamente gallega y de buenas calidad, como no podía ser menos en un gallego.
Tienen menú al mediodía con buena relación calidad precio.
Los camareros muy majetes y profesionales, un sitio nuevo que si sigue así seguro que consigue hacerse con la clientela de la zona.