D. Basal

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Madrid
Este pequeño mercado de barrio es una de mis visitas fijas antes de irme de acampada o de senderismo. Como solemos quedar justo en esta esquina para recoger a un «compañero de aventuras», es el comercio más apropiado para comprar pan del día y los víveres que nos faltan.
Los dueños son sumamente simpáticos y serviciales, y siempre te hacen recomendaciones interesantes. Recuerdo que al principio nos rayaban un poco, porque insistían mucho: repetían «llevaos este lomo, que está en oferta y es estupendo» una y otra vez. Y nosotros pensábamos «vaya tela, éstos se han empeñado en que nos llevemos el lomo». Al final nos lo llevamos, claro, y por la noche, cuando estábamos cenando en el «campamento base», no parábamos de repetir a boca llena: «madre mía, este lomo está de muerte». Desde entonces siempre les hacemos caso, y siempre acertamos. Gracias a ellos hemos comido unos embutidos estupendos, o nos hemos pimplado botellas enteras de un orujo o un licor café que quitan el sentido. Y siempre a muy buen precio. Vaya, que si os pasáis por allí y os ofrecen algo en especial, no dudéis en pillarlo. No os arrepentiréis.
Resumiendo: en este supermercado siempre tienen cosas ricas y a buen precio, y saben aconsejar bien al cliente. Creo que es lo mejor que se puede decir de un comercio.