En mi afán de comer en todos los chinos de Madrid no podía resistirme a probar este, sobre todo porque mi madre me había puesto«carita» para que no faltara a una comida familiar muy importante en la que nos reuniríamos todos para vernos después de una larga temporada sin hacerlo. En fin, allí me dirigí con mi mejor sonrisa y más ganas de ver a mi mamá que de probar el chino, ya sabía lo que me esperaba. Lo cierto es que el trato es excepcional, la comida está muy buena y el local es muy grande. Se está muy cómodo, menos cuando el aire acondicionado aprieta, y se hacen sobremesas superagradables. El problema es que yo soy de lugares más añejos, con más grasa en la barra y con un trato algo más indiferente, pero la verdad es que es un sitio perfecto para ir con la familia o tener reuniones algo más «cucas».