Charlotte

Ayer fue la primera vez que entré en este lugar. Yo pensaba que era una cafetería restaurante, pero creo que realmente es un bar de copas donde te ponen comida.
La decoración era fabulosa y había muy buen ambiente. La música francesa ayudaba mucho a estar relajado charlando con mi pareja tranquilamente. De hecho, no había nadie mas salvo un pequeño grupo de amigos en la otra punta que hablaban de forma pedante mientras tomaban algo. Ese rollo pedante lo odio, pero no es cosa del lugar.
Hasta aquí, todo bien. El problema llega con la comida. Precios elevados para raciones mas bien pequeñas y que estoy seguro de que eran congeladas. Yo pedí un risotto que me costó 9.90 € y, aunque no estaba malo, se notaba que era congelado por la textura.
Tienen una carta muy extensa de batidos, crepes, copas, cafés, chocolates y demás, pero creo que no saben preparar ni la mitad y seguramente esté todo precocinado o congelado.
Puede que el ambiente y la decoración estén muy bien, pero yo voy a los sitios para comer y cuando me cobran 10 € por plato espero por lo menos que esté cocinado en el mismo día. No todo en un lugar es la decoración, en un restaurante, café o como lo quieras llamar, venden comida y la comida de este lugar es una mierda.

He cenado hace unas horas en este local y estaba debatiendo conmigo misma si calificarlo con un 3 o un 4.
Os cuento: la decoración del sitio es encantadora. Tiene algo que lo hace muy acogedor, es relativamente pequeño y su estilo es agradable. Además, se encuentra en una pequeña callecita por lo que no llama demasiado la atención, estaba prácticamente vacío cuando entramos. Eso es algo que se agradece bastante, porque me agota totalmente entrar en un local para hablar gritando. La música también contribuía a la atmósfera tranquila. Si tuviera que votar el ambiente, pondría un 10 redondo, sin duda.
El problema llega con la comida…
Pedimos un risotto y una ensalada. El risotto estaba bastante bueno, pero no era nada espectacular. De la ensalada tampoco hay mucho que decir. El problema es que las racciones eran muy, muy pequeñas para su precio, que oscila los 10 euros. Por lo que he oído por ahí, las pizzas son congeladas y me da la impresión de que algún otro producto más de la carta también. Otra cosa que me pareció bastante mal, fue que me cobraron una botella pequeña de agua a 2,5. Ingenua de mí, la pedí pensando que sería más barata (como es lógico) que la Coca Cola. Pero no. Sinceramente, creo que es la primera vez que me pasa algo así. Por último, como postre elegimos un crêpe de dulce de leche, que parecía de chocolate simplemente. A su favor diré que nos pusieron de aperitivos unas aceitunas y un pan que estaba muy bueno.
En conclusión, creo que es un lugar más bien para ir a tomar una copa o merendar (Y aún así me parece un poco carete). Tienen una carta de batidos, crepes y otros dulces bastante extensa, pero tengo el presentimiento de que no saben hacer bien ni la mitad. Las grandes ofertas a veces juegan en contra de un local. Haciendo repaso de todo, creo que aún así le voy a dar otra oportunidad y voy a repetir, aunque por ahora se va a quedar en las tres estrellitas…