Alonso Cano

Hace años que llevo aquí a mis animales. Probé varios veterinarios en el barrio hasta que una conocida me recomendó esta clínica. ¡Fueron los únicos que consiguieron dar con lo que tenía mi Bóxer! En poco tiempo lo dejaron como nuevo.
Son magníficos veterinarios, están siempre pendientes de que los animales estén lo más a gusto posible. Verdaderamente los tratan como si fueran suyos. Incluso cuando mi perro se puso muy enfermo nos llamaban a casa para ver cómo estaba. Me parece importantísimo que un veterinario tenga tanto cariño por sus pacientes. Además son especialmente cuidadosos con los gatos: los míos no se ponen nerviosos cuando los llevo allí, todo lo contrario, al sacarlos del transportín están tan contentos.
A pesar de ser una clínica de barrio tienen muy buenas instalaciones y hacen de todo. Mis animales han pasado por varias cirugías y ha ido todo fenomenal.
Además de clínica también tienen peluquería y tienda (aunque chiquitita). Es muy cómodo poder ir allí y tener todo resuelto.

Quienes compartimos la vida con animales, tenemos con ellos la relación que se podría tener con un familiar (si el familiar no hablase, acompañase con el mismo cariño y se dejase mimar). Cuando el animal en cuestión enferma, esperamos que el veterinario lo trate como a un ser vivo que necesita cuidado y cura.
Como sucede en otras ramas medicinales, a veces los supuestos médicos están haciendo cuentas en el momento donde lo importante pasa por otro lado. Que un veterinario no recuerde jamás el nombre del gato que le llevaste la semana pasada (o el día anterior), ni si es macho o hembra, ni nada más que el precio de la vacuna o el antibiótico, mal asunto.
De un veterinario no espero que me mande tarjeta de felicitación para fin de año ni me recuerde con una carta a domicilio cuándo debo vacunar al ser que elegí tener en mi casa. Sí pretendo que se ocupe del animal con cariño y amor por el trabajo, más que por el dinero.
Esto no sucede en la clínica arriba mencionada. Mucha publicidad que apunta a la prevención (es decir, al gasto porque sí o «por las dudas») y poca dedicación verdadera cuando las patatas queman.
Caro y poco más.