Alcalá Unodoscinco

Meh.
Estábamos muy tarde por la zona del Retiro, un poco complicado encontrar algo bueno y que no te quieran arrancar la cabeza con los precios. Así nos sentamos en la pequeña terraza de este sitio. No estábamos con mucha hambre porque habíamos comido bastante en la merienda así que entre tres elegimos compartir una pizza.
La verdad no estaba mal, pero la atención sí fue bastante mala. Como si estuviéramos ocupando espacio sin ordenar suficientes cosas. Estaba casi vacío el lugar así que no veía mucho problema pero se lo notaba un poco ofuscado al camarero.
Fue la típica situación de terminar de comer y pagar en el acto para irnos pues no estábamos muy cómodos. No recuerdo que los precios hayan sido especialmente baratos pero por la zona en la que estábamos creo que estaba bien.

Ciertamente, me paré aquí por dos razones fundamentales. Casi me como la terraza nada más salir del metro (que poco más y hay que pasar de canto) y estaba lloviendo a mares.
Vi que la terraza tenía calefactores y yo había llegado demasiado pronto a mi cita. Perfecto, una cervecilla y hago tiempo.
La verdad es que tardaron un poco en atenderme, teniendo en cuenta que había dos clientes dentro y estaba yo sola en la terraza. Quiero pensar que con la lluvia no me vieron (o pensaron que nadie tan rarito se sentaría fuera con la que estaba cayendo).
Pedí un tercio de Mahou. No estaba caliente pero tampoco estaba frío. Ñe. Ni unas tristes patatas, ni unas aceitunillas, ni un ná de ná.
Mensaje. Me retrasan la cita. Oh, oh. Bueno, venga, pido otra cosa. Un vino. Casi que ni me dejó elegir. No pasa nada, no soy experta. Estaba bueno. Sin más.
Venga, me voy. La cuenta, por favor. Casi 5 euros. Estamos locos o qué. Vale que esta bien situado pero lo de las no-​patatas me llegó al alma.

Stopped in for lunch today after a walk to the park; really loved the beef and vegetables, paella and house sangria. The bread and cheese appetizer were great as well. Service was very good.

Confieso que estoy intrigado por volver a este sitio. Lo he visitado tres veces, las tres ocasiones fueron muy satisfactorias: el trato es agradable, el camarero nos hizo sugerencias interesantes, la comida estaba sabrosa, bien presentada y abundante. Los huevos rotos fueron un poco extraños, estaban cubiertos de virutas de jamón (estoy más acostumbrado a unas lonchas), las descomunales croquetas parecían caseras, las ensaladas correctas y los postres para chuparse los dedos.
Sin embargo como crítico debo ser nefasto, hace dos semanas pasó por allí Chicote (Pesadilla en la Cocina) y todo le pareció horrible. Estoy deseando cenar otra vez para comparar el antes y el después.

Es muy complicado encontrar sitios que pillen a medio camino del trabajo de dos personas que tienen un tiempo muy limitado para verse mientras comen; por suerte soy una máquina bien provista de circuitos obsesivos-​compulsivos y sé encontrar el punto medio de un segmento rápidamente, y si encima está delante de una boca de metro de línea directa hasta tu siguiente objetivo, mejor que mejor.
Ya había estado en este sitio, otro día lluvioso que no sé qué se me había perdido por aquí, desayunando algo estándar que no recuerdo bien qué era; ayer, por contra, lo elegí para comer y tuvimos la suerte de llegar a tiempo para coger una mesa pequeña, porque se puso de bote en bote rápidamente (muchas oficinas alrededor). Mi madre se pidió un menú a un precio estándar con un plato de pasta algo elaborada para un sitio así pero un ragout que estaba bastante duro, y encima la cerveza parecía ser de una marca menor que no estaba muy allá; de postre una mini-​cuña de tarta de queso, más mini que cuña, la verdad. Yo, por mi parte, me pedí la hamburguesa de carne roja de cuarto de kilo que, aunque promete mucho y la carne está buena per se, no terminó de convencerme demasiado, había algo inconexo en su composición que no me terminó de convencer, ¡pero no sabría decir qué fue!
Ah, y la cuenta estaba mal, pero tanto como para que ni nosotros ni ellos terminarámos de entender en qué. En definitiva, que para un aprieto o algo rápido quizá, pero tanto como para hacerlo un sitio de elección no.

Un multiusos en toda regla. Los mismo te ofrecen un buen desayuno que un menú degustación, unas tapas o unas copas. Situado en la calle y el número que su propio nombre indica, es uno de los locales más de moda de la zona.
En la parte destinada a la barra puedes deleitarte con multitud de pinchos, todos muy sabrosos, entre los que destacaría, más que nada porque son los que he probado y salí encantado, el Txangurro y el de huevos con jamón y pimientos de Guernika, deliciosos. Además, si eres todo un clásico, puedes pedir unas bravas, que tampoco están nada mal, o unas croquetas. Me quedé con las ganas de probar el de Kebab con salsa de yogurt. La carta es bastante amplia y hay para todos los gustos.
El restaurante todavía no he tenido la oportunidad de probarlo. Sí que es cierto que parece un lugar bastante agradable, donde sus paredes de piedra trasnmiten una sensación de calidez y tranquilidad.
El establecimiento no es excesivamente caro teniendo en cuenta la zona en la que está y la calidad de su comida. Además, si el día acompaña, instalan la terraza. Ya me imagino comiendo el pincho de Kebab al sol y con una cervecita. Espero que este momento no se demore mucho.