Después de trabajar casi 16 horas bajo el sol abrasador de Benidorm, qué mejor manera de pillar la cama y calmar el hangurrientismo mortal de las 7 de la mañana que con un desayuno de campeones, y gracias al cielo, este sitio estaba pegadito a nuestro hotel. Un local amplio y luminoso que da a dos calles, una mucho más concurrida que la otra, en la que tienen además de una terraza techada para no matar de insolación a los visitantes. Los desayunos están increíbles. El café perfecto(de temperatura sobre todo, que odio mortalmente esos cafés volcánicos que te ponen en todas partes), las tostadas crujientes, con el pan calentito y requetericas, el zumo de naranja como debe ser, recién exprimido y con naranjas naranjas, nada de naranjas medio verdes que estropean totalmente el zumo. Tienen además todo tipo de bollería así como crepes, gofres, batidos y demás. Gordura máxima. La atención, sin duda, es casi lo más delicioso de este sitio. Desde el primer día nos trataron de maravilla, con rapidez viendo nuestras caras de «queremospillaryalacama», pero con una amabilidad tremenda. El segundo día, de hecho, ya sabían qué queríamos para desayunar con tan solo saludarles. Todo amor. El último día, al vernos con maletas y demás, se despidieron de nosotros, nos comentaron qué les había parecido«ese festival en el que estábamos» y lo encantados que estaban con clientes como nosotros, que se notaba que éramos«jóvenes sanos» :) Como os digo, ¡toda una delicia!