Châtelet

Good location, friendly staff, free wifi and tasty cocktails at very reasonable prices. The atmosphere is quite relaxed, the décor is French inspired as the name suggests but not in a tacky way. It’s probably a good starting point for a night out but not a final stop.

Si quedas en Gracia para ir al cine un domingo por la tarde con amigos, es muy probable que antes o después termines tomando algo aquí.
Es bastante espacioso y con mesas grandes, así que es una muy buena opción si vas con un grupo mediano de amigos.
Si te apetece un cocktail, les salen bastante bien los mojitos. Si prefieres infusiones o té, también tienen bastante donde elegir.

Me gusta! La música está muy bien y no demasiado alta ya que es un sitio para tomar algo y no para bailar, no es demasiado grande pero tiene una decoración me encantó, tiene unas cuantas mesas con sofás para unas cuatro o cinco personas por mesa, también tiene mesas altas con sillas altas de bar. Hacen muy bien los cócteles y el precio para la zona está muy bien, los camareros majísimos.
Está en el barrio de Gracia, rodeado de muchos otros bares y restaurantes.

Un bar que se aparta de todo estereotipo de bar de barrio y ofrece bebidas elaboradas como excelentes mojitos y algún que otro plato para picar (nachos, etc) a un precio muy razonable.
Merece la pena darle una oportunidad si estás por el barrio y quieres ir a tomar algo con tu pareja o algunos amigos.

De visita en Barcelona y luego por Gràcia, nos encantó este sitio, por la música, el rollito, la decoración, … ojalá en Valencia hubiera sitios como éste!
Gran barrio Gràcia… queremos uno igual en Valencia!!!
Actualización a mayo de 2015… sí tenemos algo parecido a Gràcia en Valencia… Benimaclet!!!

Bar très sympa dans quartier très sympa!
Les serveurs sont attentionnés, un film italien qui tourne en fond pour l’ambiance et de grandes vitres qui donne sur une petite rue, vraiment agréable.

Un bar típico de Gràcia, agradable para tomarse unas copas y sentarse a conversar durante horas. Además tiene un cine al lado lo cual es un ingrediente más para pasar una buena noche.

Es de esos lugares con magnetismo. No sabes bien porque pero a pesar que solo hayas quedado para tomar algo (los nachos con una birrita entran de muerte) eres incapaz de salir de él. Aun no se si será por su decoración sabanera con los sofás tapizado en zebra o los temazos que ponen, pero la verdad es que hay algo que hipnotiza. El chatêlet un clásico para una tarde entre amigos.

This was a really good small bar. It had a great ambiance with windows looking out onto the street, cool chairs and tables, and interesting wall decorations.
Waiters spoke ok English and were friendly.
Place served nachos and bocadillo’s both of which were cheap and tasted great. Beers and cocktails were also both reasonably priced.

Lugar pequeño, pero con muchas mesas y sillas para venir a cenar unos espectaculares bocadillos junto con un cóctel o cerveza. Decorado de forma original, éste efectivamente es un pequeño castillo.

El Châtelet es, efectivamente, el sitio perfecto en el que plantar la bandera — como en los castillitos a los que hace referencia el nombre.
De hecho es meeting point gracienc de toda la vida y es muy muy raro encontrarlo vacío. Siempre está a tope, sea la hora que sea: tarde o noche, si tienes la suerte de pillar alguno de sus destartalados sofás, ¡¡agárralo y no lo sueltes!!!
El ambiente es genial, molta gent del barri y exiliados como yo que nunca dejamos de amar Gracia. La carta de cócteles es bastante notable: remarco el hecho de que tengan el Alexander, ese cóctel que pusieron de moda Jack Lemon y Lee Remick en «Days of Wine and Roses» (dulce y matador), y que allí hacen con maestría. Es un must del barrio para tomar copas, o cafeses o simplemente pasar un buen rato. Su decoración setentera decadente, hippy destartalada, chic improvisada, le da un ambiente muy hogareño en el que, simplemente, apetece estar.

Uno de los sitios de Gracia de los que algunos calificarían como «guarrotes». Para mi es un espacio abierto a la fusión de las diferentes culturas. Hacen unos coteles de escandalo y tienen una gran variedad de cerveza de importación. El bar en sí, no tiene pies ni cabeza, nada casa con nada, un sofá de un lado, una butaca de otro, una mesa que no corresponde con sus sillas… parece que todo es encontrado o reciclado y eso es lo bueno de éstos bares, que están formados con la unión de diferentes piezas de distintos sitios, Mola! Sus nachos con quesos también están muy ricos, igual porque cada vez que me los he comido he llevado un hambre brutal, o porque están realmente muy bien hechos, pero tampoco es que tengan mucha ciencia, nachos, quesos y guacamole, como otros cualquiera, pero son destacables. La verdad que el sitio funciona bastante bien, y es prácticamente imposible encontrar un espacio por la noche en fin de semana.

El Châtalet es un bar con una distribución de los espacios (en forma de U) particular. La entrada, con unos sillones recogidos de la calle y unas pocas mesas excelentemente dispuestas, hace que a uno le vengan ganas de quedarse allí, y no explorar más allá. Yo pocas veces he superado esa primera sala pensada para personas que les gusta estar solas, lejos del mundanal ruido, tal vez por una cierta pereza, y por mi carácter fácilmente acomodaticio. Pero los más audaces y amantes de lo nuevo llegarán al final del pasillo, darán la vuelta y encontrarán a mano izquierda una sala grande, más enérgica y juvenil, en la que se reúnen los grupos para hacer bromas y divertirse un viernes por la noche. El Châtelet es la desembocadura natural de los cinéfilos que salen del Verdi Park y que arden en deseos de comentar lo fantástica o lo espantosa que ha sido la película que acaban de ver, poniendo más o menos estrellitas, en consecuencia. El baño del Chatelet, dicho sea de paso, es una experiencia en sí misma, poco recomendable, si uno no tiene sentido del humor o no está acostumbrado a las letrinas de las autopistas en Francia.

Tú pilla sofá y a ver cuando sales. Hay muchos de diferentes por todo el bar lo que hace que se creen espacios y rincones muy personalizados y te puedes sentir como en casa. Y digo ‘puedes’ porque si vas por la noche, se pone hasta arriba de gente pero por la tarde tienes bastantes opciones de encontrar sofá libre y echarte unas buenas risas-​charlas con tus amigotes en un ambiente muy agradable. Las paredes que dan a la calle son todo cristal así que antes de entrar, puedes ver como está de ambientillo y sobretodo, ver si hay algún sofá libre. Si se da el caso: ¡corre y entra antes de que te lo pillen! Me he pasado horas en estos sofás. Porque en el Châtelet entras a tomarte una caña pero es de estos sitios que luego te tomas otra, y luego te entra hambre y te pides unos nachos o algo de picar, y luego ya viene el mohito de turno y de repente ya cierran. Y si te pasa esto, pillas. Porque no es que sea caro pero tampoco es barato y si te pasas toda la tarde noche, la cuenta no es que sea de las de ‘modo ahorro’.

Cuando aún no conocía bien la ciudad un amigo mío insistía en llevarme al Châtelet a tomar algo. Casualidades de la vida, las dos primeras veces que lo intentamos estaba lleno y fuimos a otro lugar. Lo conseguimos a la tercera y triunfando además, porque nos sentamos en los sofás. Rodeada de aquellas bohemias intenciones parisinas, con luz tenue, música de fondo y velas en todas las mesas, tuve la sensación de estar a punto de vivir una velada romántica de manual… y yo me moría de ganas. Pero dicen que si juegas con fuego, acabas quemándole y yo, nerviosa por impresionar a aquel amigo, provoqué un mini incendio jugando con la dichosa velita. Estuve un tiempo sin volver por vergüenza, pero como el sitio lo vale, pues volví. Y para evitar males mayores, lo primero que hago al sentarme es soplarle a la velita ;)

Cito a un colega: «Pues mira, porque el Chatelet es uno de los pocos bares de Gracia donde las camareras son simpáticas. La música está fina, ponen pelis… Y tiene este rollito francés, así, medio a oscuras, que nos hace parecer más intelectuales aunque sólo estemos hablando de gañanadas.» Pues ya lo sabéis.
A parte, a mi me gustaría añadir que es uno de esos típicos bares tan agradables que entras en ellos y ya no sabes cuándo vas a salir. En parte porque si llegas pronto y consigues pillar una butaca ya no se la quieres dejar a nadie más. Además, preparan unos bocadillos y unos cocktails que están muy ricos, así que lo tienes todo para acampar ahí hasta que cierren.