Aloha

divertido, ambientado en Hawai! las copas son bastante buenas!

La primera vez que entré en el Aloha pensé que era un lugar ideal para parejas que buscan intimidad, ya sea por la timidez de los primeros encuentros o porque buscaban discreción, porque se trata de un enorme local con un larguísimo pasillo lleno de reservados con muy poca luz. Así pues, imaginaos las risas que nos echamos al haber entrado con un grupo numeroso de amigos que no podían ser más ruidosos. El Aloha intenta transportarte a la Polinesia con un ambiente algo antiguo y algo hortera llenando de plantas de plástico y mimbre el local, pero con un punto muy divertido. Los cócteles tienen nombres extraños, como si fuesen pócimas mágicas, pero la mayoría son dulzones y bebibles. Para aquellos que prefieran la luz, el local cuenta con mesas de billar y con una barra luminosa.

Un día hubo pájaros en la entrada: me juego el cuello. Tucanes, colibrís o un aracuán. En tiempos mejores un bicho con plumas daba la bienvenida a los distinguidos clientes del Aloha desde el escaparate del local, entre cañas de bambú y luces fluorescentes que simulan la luz del trópico. Seguro.
Hoy la cosa no está para aves del paraíso. Sirven aún los cócteles de fantasía en tazas tiki humeantes y la decoración sigue luchando contra los aburridos estándares de la noche barcelonesa. Mantiene el espíritu de la Polinesia. Pero los clientes parece que ya no están para mandangas. Nadie aparece con camisas florales o americanas blancas como en el pionero bar de Don the Beachcomber; pocos juegan al juego del local. A cambio, las profundidades del Aloha se llenan de jóvenes en grupo o en pareja, que se ocultan entre los matojos artificiales y se lo pasan pipa a oscuras aprovechando que nadie les ve. Quizá no será tan elegante como la clientela original del Trader Vic’s, pero está siempre lleno, hay que reconocérselo.

El bar está ambientado (como su nombre indica) en Polinesia. Ponen música, hay troncos y con la luz bastante íntima con velitas (ideal para ir con parejas). Lo malo es que las consumiciones son un poco caras, pero están muy buenas y los vasos son curiosos y vale la pena ir aunque sea una vez.

Entrar una noche entre semana en el Aloha es como hacerlo en una extraña nave que viaja por otra dimensión espacio-​temporal: el Hawai de finales de los 50 y principio de los 60, cuando Elvis se encargó de popularizar toda la parafernalia tiki.
Desde la impresionante entrada con un inmenso cartel de tipografía hollywoodiense sesentera y un escaparate con tortugas y pájaros tropicales, hasta cualquier detalle de su interior, este lugar es fascinante e imprescindible. Quizás lo que más llama la atención es la barra de bambú pero ningún rincón del local pasa desapercibido a pesar de estar casi en penumbra. El espacio se distribuye en varias zonas «reservadas» de diferentes amplitudes, todas escasamente iluminadas lo que lo convierte en un lugar idóneo para tener una cita bastante bizarra y sorprender a tu acompañante. Hay un par de billares, futbolín, pin-​ball… Está pensado para que te tires un buen rato degustando sus cócteles hawaianos y observando todos los detalles del bar, la vitrina con fotos de famosos en el local incluida.
El Aloha huele a tiempos pasados glorioso, a lo que fue y ya no es y da un poco de lástima que un local tan fascinante albergue un ambiente poco atractivo y tenga una música tan mala (no esperes ritmos tikis, ni al Guincho si no más bien Bisbal o El Canto del Loco). Los dueños no son ajenos a la crisis y ofrecen el segundo cóctel a mitad de precio de lunes a jueves. De todos modos es un lugar que hay que conocer por lo menos para soñar con lo que fue en los 70 cuando este tipo de bares causaron furor en España.

El Aloha es un Hawaiano, para tomar copas o cócteles exóticos. Lo podemos encontrar en la calle provença, justo enfrente de los bomberos.
Uno de sus grandes puntos fuertes, es sin duda, la decoración de local, todo está preparado, para sumergirte en ese halo hawaiano, lleno de palmeras, puentes, cascadas El local, es íntimo y tranquilo. Está acondicionado, para grupos de amigos, ya que disponen de futbolines y salas individuales. Y también para parejas, donde disfrutarán de una sala llena de sillones, en forma de Bus, bastante oscuro.
En la carta de cócteles, podemos encontrar bastantes combinados, ya sea con alcohol o sin. Los recipientes son bastante llamativos, y algunos de ellos hasta lo preparan con ese humo y burbujas. También nos traerán un picapica (palomitas) como obsequio.
El precio del cóctel es un poco caro, ronda entre los 6 y 7 euros. Pero bueno, pagas más la intimidad del local, que otra cosa.