La Tetera Mágica

En pleno Barrio Puerto, entre antiguas casas y callejones, me encontré con una pizarra apoyada en un muro en cuya zona inferior decía «conexión a wi-​fi». Justo que estaba apunto de cruzar para entrar a un local de Internet me dije: Mejor gastar la plata en un sanguchito y quedarme conectado su rato largo.
Un par de chiquillas amables me ofrecieron la mesa junto al enchufe donde quedé más que flor. Antes de pedir la comilona, llegó una de ellas con un pos-​it rosado con la clave de Internet. Demoró unos diez minutos en reconocer la señal, pero llegó y anduvo a esa velocidad precisa para echar a correr siete ventanas sin conflicto.
La carta ofrecida se especializa en tés, cafés y pasteles. Pero lo que yo quería era salado, por lo que me detuve en las tres opciones de pan con algo. Hay tostadas con queso, otra con filadelfia tomate albahaca y una de champiñon queso. Entre mil quinientos y dos mil doscientos pesos. Me quedé con la opción uno, pero cuando se la iba a mencionar a la mesera, ella misma me ofrece: ¿Quiere una once? ¡Ya po! Trae un sanguché de queso caliente y un tazón de té a elección.
Al no conocer sobre té, ella me ofreció uno de manzana canela y no sé qué. ¡El mejor de la casa!, remató. En breves minutos llegó con el jarro lleno de té, cuadrados de azúcar rubia en un pote y cuatro mitades de pan de molde con harto queso chorreando por los bordes.
Devorado el pan y absorbido ese buen té, me quedé unos 40 minutos más conectado a Internet. Ya sea por casualidad o por que el lugar atrae a turistas, a mi alrededor siempre hubo grupos de extranjeros, argentinas, españolas y gringos.
¡Buen lugar para la once! Además dicen servir desayunos y almuerzos.