Murales de Inti Castro

Había escuchado y leído sobre el muralista INTI. Me sonaba a música, me sonaba a sol, de hecho creo que se me quedó más grabado por eso que por otra cosa. Pero igualmente estaba ahí, presente, pues tenía un par de amigas que son fanáticas del muralismo y ya me habían pelado el cable con él.
Había leído también que iban a cambiar los murales que existían anteriormente– Los de Ágata Ruiz de la Prada-​que ya le habían dado un color y una onda a la esquina. Pero quién se iba a pensar que iba a venir algo mucho MUCHO mejor y uno de los mejores exponentes del muralismo chileno y mundial, nos iba a sorprender.
2 imágenes que completan 263 metros cuadrados, a la salida del metro Bellas Artes: una de ellas el típico Kusillo o bufón altiplánico, que desde hace un tiempo es parte de todas sus obras. Ambas imágenes, tienen símbolos americanístas que saltan a la vista, con también lo que considera un mensaje más allá de lo bonito de su obra.

Cuando tenía pega… si, tiempo pasado, caminaba todas las mañanas por Monjitas con Mosqueto. La salida del metro Bellas Artes solía ser poco interesante desde el punto de vista visual, eso hasta que un día vi ciertos bosquejos de color anaranjado. Eran los primeros trazos de los murales que Inti Castro pintaría en ese lugar.
Como siempre pasaba por allí, fui testigo casi del proceso completo. De cómo las formas fueron cobrando vida a media que los colores iban dando personalidad a esas líneas inertes, de cómo los rasgos de nuestra personalidad colectiva comenzaron a nutrir de carácter a esos personajes de la abundancia. Porque sí, son lo que nosotros consideramos como equecos, sólo que éstos no reflejan lo que queremos tener en cantidades industriales, pues eso es casi subjetivo, sino que lo que no nos puede faltar, como chilenos, para ser felices,
Ver personajes tan vivos y optimistas en un mural es algo raro, sobre todo si consideramos los orígenes de la técnica misma, y por lo mismo se agradece mirar algo que nos saque del negativismo en el que nos vemos sumidos durante todos los días. Después de todo, pintar sobre cosas positivas no significa que la miseria no exista, sino que nos enseña que sí tenemos herramientas para vencerla.