Una viejita de unos 75 años, más menos, entra presurosa al bar y pide un combinado a Don Manuel. Luego de unos minutos contará que le ha dicho a su hijo que iba al consultorio médico y que de esta manera se pudo arrancar un ratito para pegarse un pencazo. Acá todos se conocen, los que vienen son los mismos de siempre, los que adoran el ambiente chicha que destila el quita pena, sus manteles plásticos desgastados por tanto estropajo que lo limpia, su piso de madera que cruje ensordecedoramente, su clima de encuentro cervecero y vinacho en caja, pero nunca con jugo de parte de los parroquianos. El Bar se ubica justo frente a una de las esquinas del cementerio Parroquial de San Bernardo, donde estaba la antigua entrada. Y ofrece un lugar confortable y caluroso, pese a lo precario. Acá una cerveza Escudo o Cristal de litro cuesta $ 1.700, una de medio $ 800. En cuanto a pataches, podemos encontrar el típico pernil a $ 1.200 y un churrasco completo por $ 1.400. Un lugar distendido y melancólico, de los que quedan poco.