Cuando era pequeña, lo más lejos que mi madre me dejaba ir sola, era al zapatero para recoger los zapatos de mi padre. Para mí suponía una gran aventura el poder cruzar yo sola, un par de calles y llegar a una tienda donde siempre olía a cuero.Es curioso ver que todavía, y a pesar de las múltiples franquicias…