Puedo afirmar que es uno de los restaurantes más singulares y con más encanto que conozco. Se nota que es el capricho de sus dueños, Chano y Ana, ya que sus paredes destilan cariño y recuerdos por doquier. Es como un pequeño museo de cuyas paredes cuelgan, desde cámaras de fotos antigüas, trompetas, camiones de…