Yo soy muy de salir medio llorando de las peluquerías. Miento, allí pongo cara de «sí, bueno… me gusta» pago, salgo por la puerta, y me pongo a llorar, o en su defecto quejarme hasta aburrir a la gente que me rodea. Sin embargo he de decir que soy muy fan de esta peluquería. El dueño es una persona encantadora…