Un buen día llegas a tu casa, metes la llave y la cosa no tira. Ni para delante, ni para detrás, ni a un lado ni a otro. NO TIRA. La cerradura nunca ha ido bien, pero no te imaginas que te puedes quedar en la calle. Finalmente y, tras mucho esfuerzo, sangre, sudor y lágrimas, la cerradura cede y te encuentras…