Amé, amé este lugar, venden para todos los gustos y sabores, yo probé un platillo de «pollo» agridulce y no hablé en toda la noche, me la pasé ocupada comiendo, también pude probar un pastel de fresa totalmente vegano, crujiente y riquísimo, definitivamente es un lugar imperdible en Viena.Qué más te puedo decir…