Hace poco fuimos con mi novio a cenar a este pequeño restaurante que hace esquina en 9 de Julio y Rodríguez. Hacía mucho que no visitaba esa zona de noche, y me encontré que está lleno de barcitos y restaurantes intimos como éste. Es más en dos de las otras tres ochavas también había locales semejantes. El lugar me resultó muy acogedor, con la cantidad de mesas suficiente para el lugar que no es muy grande. Ni bien nos sentamos, se acercó un mozo a recibirnos y a dejarnos la carta, que se abría emulando la grulla que le da nombre al lugar. Me pareció un detalle apropiado. Por cuenta de la casa nos trajeron una entrada de berenjenas al escabeche y tostaditas saborizadas. Soy una fanática de los escabeches, y este estaba muy bien preparado. Pedimos fondue de queso, que era para compartir. Me pareció abundante, y estaba muy rica. Las guarniciones eran papas al horno, pollo y hongos, ravioles, carne de ternera, tomate cherry, y pan casero. Acompañamos la cena con vino. Tienen una variedad interesante para los conocedores. Estábamos tan llenos de la cena, que no pedimos postre. Pero vi una torta de manzana que pidió una cliente que estaba en la mesa contigua que parecía muy prometedor. El lugar es muy agradable, y la zona es tranqui, pero con movimiento. Podés conseguir estacionamiento sin tener que estar dando vueltas media hora.