Plaza Ciro Echesortu

Plaza hermosa de las bien de barrio que aunque no tenga mucho para ser propia, algo se inventa y entonces la magia comienza, la plaza ya no es cualquier otra sino ésta, la del barrio y ninguna más, con los murales todos distintos pero para el mismo lado, puestos en alguna ruina contemporánea que arma espacios espontáneos donde cuando no hay actividad programada de los vecinos, que las hay como la murga, los chicos juegas y vuelterean con sus bicicletas, monopatines, skates o rollers.
La plaza respira cultura y otras cosas, una arboleda basta y alta que hace mucha sombra por suerte y los caminitos que todavía resisten novedades y se mantienen de ladrillo, como antes y esperemos que como siempre.
Se llena de gente, la vida de los vecinos es muy activa sobre la plaza, y además como hay recorridos de colectivos que terminan/​empiezan acá, siempre hay de esos movimientos que hay en esos lugares donde terminan/​empiezan los recorridos.
Los jueguitos de siempre no faltan, de hecho sobran de todos los que hay, coloridos y muy bien cuidados.

La postal del lugar es hermosa: el verde del césped y la copa de los árboles, los tonos maderas de los troncos y de los bancos, se mezclan con el naranja de los caminos de piedra, los colores de los murales y grafittis, sumado a los juegos infantiles de pinturas descascaradas, todos enmarcados de fondo por lo que queda de la Estación Rosario Oeste.
Me encanta este lugar porque es una mixtura de la vida del barrio, mezclado con los recuerdos de viejos tiempos, el paso del tren, la intervención de los jóvenes en las frases pintadas y la actualidad.
La plaza se divide en dos: de un lado hamacas, tobogán, calesitas y subibajas de diferentes colores, algo viejos pero cuidados para que los niños sigan teniendo un espacio para divertirse y jugar entre ellos; del otro más natural, grandes extensiones de césped, divididos por los caminos de colores, bancos desparramados y en el centro, un recuadro de cemento con un mástil que tiene la bandera en alto.
En mi recorrido, en el café de la esquina crucé un grupo de hombres vestidos con camisas celestes, charlando y descansando; ellos eran los choferes de las líneas 138 y 140, que aquí terminan el viaje. Más adelante, en un auto estacionado, un muchacho escuchaba música y dormíà la siesta, también un hombre paseaba con su mascota y en la parada del colectivo, tres mujeres esperaban que arranquen los coches estacionados en la Estación, que estaba silenciosa pero llena de mensajes en sus paredes.
También, identifiqué un kiosco y fui hasta él. Allí, una señora atendía con la compañía del televisor encendido a un adolescente, cuando llegó mi turno, le pregunté si sabía el nombre del lugar porque no lo encontraba por ningún lado, y su respuesta fue:
— Ay no querida, no tengo idea, para nosotros es la plaza de La Estación, o se debe llamar como el barrio, Plaza La República, no sé.
Al final, su nombre es lo de menos, porque lo más importante es que esté ahí para todos, dando un poco de aire y para que los vecinos la vivan a gusto y placer, como parece que lo hacen.

La Plaza Ciro Echesortu, más conocida como La República para los vecinos, es el corazón de todo un barrio que late en la Zona Oeste de Rosario.
Los arboles y sus copas verdes que se funden en el cielo, y el naranja de sus caminitos que se pierden en el sinfín de murales de alrededor, que plasman en una pared la identidad de todo un barrio.
Lo que más me atrae de esta plaza es eso, la fachada y sus colores que le dan un tinte de pasión arrabalera insuperable.
La Plaza de la vieja estación de trenes Rosario Oeste, es cuna de grandes murgueros y bandas musicales, gran espacio de encuentro para los amigos, y fiel testigo de bonitas iras de amor.
Aquí los niños gatean, dan sus primeros pasos, y se largan a correr.
Ríen, se divierten y empiezan a soñar, disfrutando de los jueguitos que tienen para ellos. Mientras tanto la mirada de sus madres los persiguen desde los banquitos donde le dan al mate y a la parla.
Anualmente en esta plaza se llevan a cabo unos hermosos carnavales que duran todo un día, y hacen vibrar la vida de la barriada a puro arte y amor. Realmente una buena oportunidad para conocer la plaza, el barrio, y su historia, al son de la voz juvenil.