Parrilla Vieja Rueda

Muy rica la comida, él ambiente es muy bueno, se puede charlar! Es tranquilo, vienen familias y tienen un lugar para que los pequeños jueguen!
Lo único media lenta la atención.

Hubo una época en la que trabajaba en una agencia de quinielas a un par de cuadras de la Estación Rosario Central Córdoba, y todos los fines de año nos juntábamos los dueños y empleados de un grupo de agencias a cenar y despedir el año que se iba. Uno de esos años fuimos a la Parrilla Vieja Rueda. Éramos un montón, y además era época de juntadas y despedidas, así que hicimos una reserva (pagamos una tarjeta) y el día acordado nos encontramos ahí.
¡Qué lugar encantador! Apenas entrás te encontrás como con un pequeño museo de objetos antiguos: discos de pasta, libros amarillentos, teléfonos viejos, algunas máquinas oxidadas, es como si el tiempo se hubiese detenido en ese lugar. Cuando te asignan una mesa, pasás al salón principal, con mesas de madera oscura, sólida, y sillas de bar viejo. Toda la sala está decorada con objetos antiguos y el ambiente tiene un aire especial, anacrónico. Los mozos son atentos y correctos y le dan jovialidad y a la vez elegancia al servicio.
Comimos parrillada y tablas, con empanadas de entrada, comida para compartir. Después todos pedimos postre. Tomamos mucho (muchísimo, entre gaseosas y alcohol) y pasamos una velada hermosa, por una suma para nada exagerada. La comida, excelente, lo mismo que la atención.
Nos fuimos entrada la madrugada, con la promesa de volver. Aún no lo hice pero ya habrá oportunidad, porque realmente vale hacerse el viaje hasta esa Parilla.

Si te deleitás con una buena comida y muy buena ambientaciòn es a la Rueda donde tenès que ir.
Además de probar exquisitos platos y una parrillada excepcional vas a recordar épocas pasadasa través de objetos que te remontaran a ello. Cuenta con un salón de los «recuerdos» en donde miles de imagenes vuelven a tu memoria. Es precioso, todo muy bien conservado en condiciones òptimas y es grande la variedad de objetos. Colecciones de motos, bicicletas, patentes de autos, cuadros, estampillas, y lo que màs me gusta son las màquinas de escribir y cajas registradoras de antaño. Una al lado de la otra, impecables!
No sòlo que hace a una decoraciòn fabulosa sino que es meritorio de quien las colecciona (deduzco que su dueño es un coleccionista muy groso), con buen estilo, mucha variedad y dedicaciòn. Cada pieza en su lugar e impecable en su conservaciòn.
El comedor es un espacio muy grande, con muchas mesas pero es mejor si haces una reserva previa, suele ser un lugar con mucha convocatoria y quizas, los fines de semana tengas bastante tiempo de espera.
La carta es muy completa: la parrillada es la estrella de La Rueda, sin dudas! Pero podès encontrar tambien pescados y mariscos, especialidades en discos, pastas caseras y platos de pollo, entrecot, carrè de cerdo.
Es ideal para ir en familia, remontarte a aquellas èpocas doradas y dejar a los chicos en el kinder! Especialmente equipados con juegos para tus hijos. Cuenta con pelotero, metegol, videos juegos, màquina de peluches y casita.
Una de las novedades del último tiempo es que todos los Martes, Miércoles y Domingos al mediodia si el pago es en efectivo, obtenés un 15% de descuento.
Para aprovechar!!!
Es definitivamente, uno de los mejores lugares para comer un buen asado en familia, la atención en de primera!!!

La vieja Rueda tiene una antesala cercana a lo que podría ser un museo de objetos olvidados. Salón de Recuerdos lo llaman. Una época encantada vuelve a pasar por nuestro corazón, aún por el de aquellos que no existíamos en el momento en que las patentes de los autos tenían muchas letras, los discos eran de pasta, los chicos jugaban con caballitos de madera o los escritores usaban máquina de escribir.
El comedor no es muy diferente: aunque más amplio que el anterior, sus paredes rebalsan de objetos que parecieran aumentar su nivel de encanto cuanto más pasan los años. Nos sentamos en una mesa del medio, para tener una visual clara del lugar que nos estaba acaparando. Tuvimos suerte de conseguir una mesa rápido porque era día de semana, los sábados y domingo La Vieja Rueda se llena. Más allá de que sea parrilla, decidimos pedir una milanesa a la napolitana con papitas noisette. Pudimos compartir la porción porque era grande, pero mi compañero anexó una ensalada de rúcula con parmesano que se veía deliciosa.
La atención es buena y los platos ricos y abundantes. El lugar se lo lleva todo.