Club Atlético Rosario Central

El Club Atlético Rosario Central es sin dudas una de las estructuras que más llaman la atención por la costa rosarina.
Con sus impotentes reflectores la cancha marca su presencia al lado del río, siendo visible desde muchos puntos de la ciudad e inclusive desde el otro lado del río.
El club en su interior es muy bonito. Cuenta con estacionamiento propio, pileta para los que sean socios –se paga la temporada de pileta para acceder a ella; en un tiempo podías pagar por día pero ya no se hace más-​, balneario en el río, mesas y quinchos para disfrutar con amigos y familia.
En mi infancia vine a la colonia de este club y me llevo una enorme cantidad de recuerdos y amigos. Es un club familiar, son muchas las familias que vemos si vamos cualquier día, especialmente los fines de semana.
Si no sos socio podés pagar una entrada de no socio para podes ingresar al club y disfrutar de las instalaciones.
Ahora, con el tema de los partidos de fútbol si no sos socio no tengo idea cómo es ya que no entiendo mucho de eso.

Voy a escribir esta reseña parada desde la vereda de enfrente. Los rosarinos me van a entender perfectamente. Es imposible no reconocer la importancia de este Club, uno de los 2 grandes de la ciudad que han traído tantas alegrías (también amarguras) a cada hincha.
El estadio Gigante de Arroyito está en la esquina Avenida Génova y Avellaneda, en pleno corazón de un barrio, el que queda descolocado y alterado luego de cada partido local. Está a muy pocas cuadras de mi casa, por lo cual soy testigo de todas las caravanas que se arman antes y después de cada encuentro. Llega gente en autos, motos, bicicletas, en colectivos, caminando, en triciclos, monotopatín o lo que sea.
Sobre calle Avellaneda el tránsito es muy lento, ya que permiten estacionar autos sobre el costado derecho, reduciendo la calzada. No recomendable circular por allí los días de partido. Es normal ver en la esquina del Estadio muchos puesteros vendiendo banderas, gorros, remeras, vasos y todo tipo de objetos decorados con los colores del anfitrión. Esa es la primera señal de que ese día HAY PARTIDO. Como no soy muy futbolera, realmente me entero por estos indicios.
Ser hincha es literalmente un sentimiento, que se vive muy a flor de piel. Puedo ver pasar abuelos, adolescentes, padres con hijitos muy pequeños, muchos grupos de chicas, parejas, amigos, todos absolutamente todos con la camiseta auriazul puesta con todo el orgullo del mundo. Muchas veces reniego, porque al estar tan cerca de la cancha, escucho absolutamente todo lo que sucede en la previa al partido y en el partido mismo: ruidos, cantos, bombas, gritos, puteadas, presentaciones, goles, absolutamente todo. Hoy es uno de esos momentos. Creo que recién hicieron un GOL, me vibraron las paredes de mi casa.

Vibran las tribunas, una nube de papelitos amarillos y azules cubren el cielo, grandes columnas de humo se esparcen por el estadio, y se escucha fuerte con sentimiento «Soy canalla, vago y atorrante y lo sigo a central a todas partes… los leprosos nos chupan bien los huevos y le vamo´a quemar ese chiquero… vamo´ la acade… vamo´la acade»; y empieza el partido. Este es sola una parte de lo que se vive en el estadio del Gigante de Arroyito. La energía de la hinchada se apodera del estadio, haciendo una experiencia inolvidable, se te pone la piel de gallina. Turistas no pueden creer tanto tanta pasión pero así es Rosario Central.
El Estadio Gigante de Arroyito, fue inaugurado el 3 de diciembre de 1925 y sufrió a lo largo del tiempo varias reformas edilicias, que en la actualidad permite albergar a más de 40 000 espectadores, siendo el estadio más grande de Rosario.
Su propietario es el Club Atlético Rosario Central, en este estadio se disputan los partidos de fútbol de local y los famosos clásicos con su archienemigo NOB, «la lepra».
A su vez es un punto de encuentro de grandes conciertos musicales. El gigante está conformado por las dos populares que están detrás de los arcos, dos plateas, palcos VIP, cuatro torres luminarias (que se divisan desde distintos puntos de la ciudad) vestuarios y una pantalla gigante con alta tecnología. Cuenta con cabinas de prensa para radio y televisión. Un dato, en 1978, el Gigante de Arroyito recibió a las selecciones de México, Polonia y Túnez, que jugaban la Copa Mundial. Rosario Central es parte de la cultura de la ciudad y un referente en el fútbol.

Uno de los dos clubes gigantes de la ciudad (bueno, el único «Gigante», no sólo por su apodo, sino también por su historia! Bueno, pero sin meterme en más subjetividades, la mención en Rosario de este club que ya lleva de vida más de 125 años, es ineludible. ¡Pensar que pasé años practicando básquet y jugando torneos en ese club! En mi adolescencia me paseé también por otros clubes costeros de la zona, pero debo admitir que de la inmensa cantidad de amigos que me dio la vida, muchos provienen de esas épocas de club, pelotas naranjas, piletas, pesca, y asados, en donde cada tarde y luego cada noche, era una hermosa aventura. No quiero dejar pasar un detalle que quedará grabado en mí y en todo aquel que en verano visite su pileta: ¡está heladaaaaa el agua en todo el verano! Y es porque casi no le da en sol en todo el día, queda alojada atrás del estadio de fútbol (¡que tantas alegrías les dio a los rosarinos en épocas de antiguos mundiales!) y la sombra del misma recae cruelmente sobre las aguas, haciendo que, aún con 39 grados de calor, a la pileta no pareciera afectarle en absoluto. ¡Corran la cancha para el costado! ¡Ajajajaja!

El Gigante de Arroyito es uno de los dos emblemas futboleros locales. Sede mundialista de pasiones, la cancha del Club Atlético Rosario Central es un lugar para que pases a conocer cuando estés por Rosario.
Con una impronta gigante caricaturizada con el sello de Alberto «El Negro» Fontanarrosa (era fanático) y con dos torres de luces que se ven desde varios puntos de la ciudad, te será fácil de encontrar.
Las instalaciones del Club cuentan nos sólo con el estadio mundialista, sino también con muchas otras atracciones. La pileta de 50 mts. (donde se entrena para hacer el cruce al río una vez al año), los vestuarios, cancha de básquet, de fútbol más pequeña, y hasta un Caribe: el Canalla. El Río Paraná presta su costa para los bañistas y socios del club que prefieran hacer vida de arena. A través de unos túneles se accede a la zona ribereña que cuenta también con parrillas, y quinchos para todos. Podés pagar y pasar el día aunque no seas socio, y así sentir la vibración canalla por las venas.
Los domingos de partido, las pasiones se apoderan de las calles de la zona, asique ni se te ocurra transitar con el auto en horario previo y posterior. Si bien al tránsito está bastante ordenado en estas fechas, la recomendación viene de la mano de preservar la buena salud.
Algunas líneas que te dejan sobre Av. Génova son el 102, 103, 107, 110, 129, 153 o el ³⁵⁄₉.