Ustedes no saben lo lindo que es este parque. Hasta hace algunos años, estaba medio abandonado, el pasto crecido(o sin pasto en algunos sectores) y amarillento. Muy descuidado, lo que era una verdadera pena, dado que tenía todo para ser un lugar perfecto: un emplazamiento divino, dimensiones inmensas, distintas alturas –lugares más planos y otros más elevados, como colinas bajitas– y una vista al mar todo a lo ancho del parque(que es sumamente extenso). Hoy, afortunadamente, el municipio se dio cuenta de la belleza e importancia de este espacio verde, y está totalmente revertida la situación. El pasto está cuidado, está verde, está corto. El monumento a San Martín en su caballo(ocupando el centro del espacio y mirando al mar) está intacto. Incluso hay(la descubrí hace poco) una especie de cascada divina en el parque. Cuando pasás caminando, rolleando, corriendo, en bici o paseando al perro por la rambla, seguramente veas este lugar que está solo cruzando la calle. Cabe aclarar que es un parque para paseos, para relajar la vista, para descansar. No me parece que sea apto para practicar deporte o jugar. Sin embargo, como dije, cruzando la calle está la rambla, que invita a los deportistas a practicar sus actividades. Mejor aún, en uno de los extremos del parque, con tan solo cruzar la calle, está Manolo. ¿Qué deporte ni deporte cuando nos podemos ir a comer unos churros riquísimos?