Mi hijo es el mejor cliente de este lugar, y la otra noche le di con el gusto y lo acompañé. El local es genial, es como si estuvieses en el lejano oeste, de madera ya desde la entrada. En su interior te abres a un mundo diferente, un enorme patio que le llaman patio cervecero, una pantalla gigante y juegos infantiles completan un local más que familiar y juvenil. Pensé que iría a comer la típica hamburguesa común y con cerveza que te devoras porque ese día te dices, hoy no te doy bola colesterol, pero me sorprendió mucho lo que allí se hace. Resulta ser que son muchos los combos a los que puedes acceder que te brindan muchas posibilidades con bebida incluida, por ejemplo: si vas antes de las 20:00, podes sumarle a la hamburguesa una bebida y una guarnición, y si no una cerveza de martes a domingos. Cuando nos trajeron la carta, descubrí que tenían muchas recetas que en mi cabeza sonaban una más rica que las otras, las hay con palta, cebollas y manzana, tomate seco y queso brie, con rúcula, jamón crudo y cebolla morada, con hongos, quesos diferentes y muy muy vegetarianas. Son caseras, no están hechas con moldes, el auténtico sabor de quien ha amasado la carne con mimo y dedicación. Le golpee la espalda a mi hijo diciéndole, «tú sí que sabes», próximamente con mi mujer al patio cervecero a comer unas hamburguesas diferentes y hechas con ganas, ¡que buenas están!