Una nueva y pequeña cafetería ubicada estratégicamente en una esquina con distribución triangular de angulo agudo, donde aprovechan la generosa vereda y su circunferencia para poner mesitas mirando al norte para poder disfrutar a pleno de un cafecito con vista al parque centenario. Dentro del local hay solo un puñado de silloncitos y mesitas y en el subsuelo cuanta con un salón de tipo reservado, aunque cuando fuí al baño lo noté completamente vacío. La propuesta del local se limita a cafetería con agregado de Frappés y alguna cosita rica para comer. Los precios son los del mercado, la atención buena con las jóvenes camareras hipsters de siempre y el estilo el habitual, tratando de imitar a Palermo. Buena opción para tomar un café rápido y hacer tiempo considerando que no hay mucha oferta moderna en la periferia del Parque Centenario.