Este es un lugar pequeño en tamaño pero grande en calidad de productos y cordialidad. No tiene mucha publicidad sino que la gente llega más por el boca a boca, y la verdad es que quien recomienda La Parrillita siempre va a quedar bien. Pocas mesas de tamaño común y otra más grande, a un costado, para varias personas, crean un ambiente cordial. A menudo se nota que los clientes son habitués y por algo regresan. El decorado es de bodegón y da bien para ese ambiente. Al entrar nos recibe el encargado, Robert, cuyo nombre está en uno de los carteles del decorado. Para atenuar la ansiedad de quien quiera algo rápido y estándar hay otro cartel: «Quien sabe comer, sabe esperar». Un punto para reflexionar, ya que la comida se elabora a pedido y la espera es más que justificada pues luego llega la recompensa: un plato que es un manjar. Detrás del mostrador está ella, la parrillita, que da nombre al local. Carne, pollo, chorizos, churrascos y demás están haciéndose, a la altura justa sobre el carbón, aromatizando el lugar con esa sensación agradable que conocen quienes frecuentan este tipo de templos del sabor. La variedad de platos es absoluta, siempre dentro de lo que ofrece este sector gastronómico. En especial en invierno no falta mondongo, locro y guiso de lentejas. El locro puede conseguirse aquí diariamente y no como en otros sitios en los que se sirve casi solamente en efemérides patrias. Un punto importante es que este local abre todos los días, mientras otros negocios del rubro se toman algún día libre en la semana, con el riesgo de perder clientes. Hay platos del día, como conejo al vino blanco, sorrentinos o mondongo; ensaladas especiales para compartir, como la de tomate, muzzarella, albahaca fresca y aceitunas negras; parrilla, pastas, minutas y hasta un menú dietético que incluye salpico de ave y calabaza a la pizza. Además, una pizarra a la entrada nos indica los platos del día, siempre recomendables. Las empanadas son deliciosas y se nota que han sido preparadas en forma artesanal, también con los gustos que no pueden faltar en un negocio del rubro, comenzando por la carne, muy bien preparada. Como se dijera, la comida lleva unos minutos, por lo que podemos pedir alguna para ir picando como entrada. Las empanadas tienen un precio algo mayor al de otros locales, pero esto se justifica ampliamente ya que la elaboración es casera, cuidada y sin mezquinar ingredientes. Un caso que demuestra lo cierto de aquel dicho«Lo barato sale caro». El lugar es limpio, con baños siempre en buen estado en planta baja, a pocos pasos de las mesas. Además de las mesas hay taburetes para comer en el mostrador, también cómodos. No faltan los diarios del día y a veces de alguna jornada anterior, que podemos consultar mientras esperamos la elaboración de nuestro pedido. Es importante cada pedido, ya que la cocina está en una planta superior. Un pequeño montacargas con roldana sube con el escrito solicitando la preparación y baja con el plato o platos ya hechos, a lo que se une una solicitud de viva voz. El lugar tiene delivery, pero recomiendo hacer el pedido por teléfono e ir personalmente, en especial en invierno, para evitar demoras que quiten al plato la temperatura y el sabor que tiene. La Parrillita: un lugar recomendable, que no te arrepentirás de visitar. Alberto Auné
Mariana K.
Tu valoración: 3 Buenos Aires, Argentina
En La Parrillita siempre hay buena onda: ya sea si llamás por teléfono, si vas a buscar tu pedido o comés ahí. Nos gusta decir que La Parrillita es chiquita pero rendidora. Además de los típicos cortes de carne tenés platos caseros. Las pastas suelen estar a la orden del día. y cuando se viene el frío salen locros y guisos ideales para«los días patrios». El local tiene una linda ambientación. además podés distraerte mirando la colección de pingüinos para vino que tienen. El negocio es estilo«bodegoncito» con mesas donde predomina la madera y taburetes ideales como para comerte algo al paso. Las empanadas caseras son una buena opción aunque si querés algo más elaborado para combatir el frío a veces tienen un conejo a la cacerola bien potente. Sólo aceptan efectivo.
Josefina P.
Tu valoración: 4 Buenos Aires, Argentina
Es una cantina muy chiquita en Malabia y Corrientes que de día casi que pasa por desapercibida, de noche se hace ver y oler mucho más. Tiene un ventanal casi de ¾ del ancho del local por el que sale un olor increíble a asado todas las noches. Tiene más mostrador que mesas(serán una 10 como mucho) con todo expuesto, desde los vinos, hasta algunos salames y atrás la gloriosa parrilla. Te atiende el dueño y parrillero al que le encanta charlar, algunas veces hasta se sentó con mi grupo a comer. Él y su mujer(que suele estar en el piso de arriba y le baja la comida por una polea creando situaciones hilarantes) cocinan todo lo que se vende en el lugar. De parrilla tenés todo, desde un choripan hasta costillas de cerdo, te lo cocina en el momento y no suele tener nada marcado. Si no te gusta la parrilla, en invierno tienen lo mejor de lo mejor: locro casero. En mi casa ya es tradición: fecha patria y a comprar las porciones de locro de La Parrillita. Viene con todo lo que un locro tiene que tener y los pedazos de cerdo son grandes, la porción está bien condimentada y podés pedirlo con picante o sin. No se lo pierdan. Y si estás de paso, pedite una empanada de carne para comer en la parada de los colectivos de enfrente que no te vas a arrepentir.