La Brochette

Tenía pendiente probar este lugar que me había impresionado bien desde afuera, como bodegón que se come bien, vaya uno a saber si es intuición o que.
Su especialidad parece ser la parrilla, a la vista y con su dueño como asador.
A su lado una mesa exponiendo otros platos como para que te tienes.
El salon es comodo, ambientado con piso cerámico color ladrillo que juegan con decoración de ladrillos a la vista sobre paredes blancas.
Atienden muy bien, se nota que hay gente habitué. Vi acercarse al asador a conversar con alguna mesa, aparte del saludo al entrar de varios que venian al comedor o a llevar, y al irse un“Chau Ana”.
Salón lleno mediodía de miércoles, buena señal.
Como las porciones de parrilla son grandes opté por un plato del día, de cocina: ternerita con papas a la cacerola (se podía optar con arroz). Una de las mejores que comi, tierna, sabrosa, papas cocidas justo, sin que se desarmen, y la salsa de tomate muy rica. El precio, buenísimo, $ 55 !!
El pan muy rico, que da ganas de comer y comer.
No cobran cubierto. Pago sólo efectivo.
Musica, … rock.
Mi intuición se cumplió. Volveré.

Yo lo llamo «la joya», lo encontré cuando necesitaba comida para llevar, y navegando por el barrio encontré este lugar, que efectivamente me llevé unas empandas de carne.
Después fui a comer y conocer su servicio, y la verdad que tiene su magia de bodegón atendido por toda la familia y la estrella principal, la parrilla, que está a la vista, con su sonido tan particular y su fragancia tan local.
Todo lleva un ambiente muy familiar y confortable para un almuerzo de domingo o una cena, con un vino y pan casero

La Brochette es uno de esos bodegones que están escondidos por Buenos Aires pero que realmente valen la pena. Esta parrilla es administrada por una familia: el padre es el asador y la madre y las hijas trabajan como mozas. Es muy popular entre la gente del barrio, así que suele estar lleno de gente. Por este motivo a veces hay que esperar un rato hasta que se desocupe algún lugar, pero siempre está la opción de llamar por teléfono antes y reservar una mesa.
El local es un bodegón. Tiene mesas y sillas todas diferentes, y un detalle que me encanta es que los platos están pintados todos diferentes. Cada plato tiene un motivo original y único. En el centro del lugar se ubica la parrilla, así que uno puede ver cómo asan la carne que pidió mientras espera el pedido. El único inconveniente de esto es que te vas a tu casa con olor a humo.
Se come muy bien y por muy buenos precios. La comida es excelente (sobre todo la carne, ya que la parrilla es el fuerte de este lugar). También hay otras opciones además de la carne, como pastas o ensaladas. Los postres son muy buenos también; recomiendo sobre todo el flan casero que es una delicia.
Las chicas que atienden son jóvenes (las hijas del dueño), un poco distraídas pero super simpáticas. Te van a atender bien, con buena onda.
Un dato: ¡La Brochette también tiene delivery! Así que si querés evitar el olor a humo de la parrilla podes optar por agarrar el teléfono y comer en tu casa.