Hotel Bauen

Llegué al Bauen por una muestra de cactus, orquídeas y suculentas, porque en realidad soy una maestra jubilada encerrada en este cuerpo de hombre.
Si bien se nota que en algún momento fue un gran hotel, está super venido a menos, con CERO mantenimiento, sucio y descuidado. El lobby es grande, en doble altura y casi todo cubierto de madera lustrada. Tiene una especie de lámparas/​escultura que, si estuvieran bien mantenidas serían hermosas.
La exposición se hacía en un dos salones contiguos, el primero con unos patios de luz muy lindos pero que, como todo, necesitaba mantenimiento, y el de atrás, un salón bastante grande y feo, con mala iluminación y una sola puerta muy chica, que hacía muy difícil el ingreso y egreso de gente. Aparte estaba hasta las manos.
Había gran cantidad de plantas expuestas, a precios super baratos: Me terminé comprando unas suculentitas a $ 20 y un cactusito violeta re raro por $ 40.
La entrada costaba $ 20 y con el número sorteaban más plantas, pero la verdad que no me quedé porque no se podía ni caminar.

Un bar compañero. Luchador. Comprometido. Que acompaña al hotel recuperado. Todo eso bárbaro.
Pasé el fin de semana pasado entero porque fue donde se alojó un contingente del que fui una suerte de guía de viaje de miniturismo. Desayuné y almorcé en el BAUEN.
El desayuno: no. Café tibio no. Puedo aceptar cualquier cosa, pero un café con leche que no esté caliente es una ofensa. Acá y en la China post comunista. Las medialunas eran claramente del día anterior, pero eso lo puedo dejar pasar. Lo del café no. Es imperdonable.
El almuerzo: milanesa de pollo con ensalada y pepsi light. $ 85. La milanesa estaba riquísima. La ensalada era una mixta con las hojas un poco deprimidas. Pero estaba bien. El pan estaba incomible, una lástima porque venía con quesitos Ilolay que me encantan.

El Hotel Bauen es un hotel que queda en Callao y Corrientes y que esta manejado por los propios trabajadores. Este hotel había quebrado hace años y los dueños se fueron y los empleados lo tomaron en cooperativa. Sigue funcionando el hotel que es bastante lindo y esta excelentemente ubicado pero hay hoteles mucho más lindos. Además tiene un bar y restaurante que da a la calle y al que puede acceder a tomar algo cualquier persona aunque no sea huesped del hotel.
Además suelen hacer eventos como expogatos y algunos festejos en sus salones. Fui más de una vez a presentaciones o eventos realizados allí.
Sus salones y el hotel en si es lindo pero no llega al nivel de otros hoteles a los que he ido como el Hilton, Sheraton, Hyatt.

Este como tantos otros hoteles tiene el resto/​confitería abierto al público en general y ahí es donde me gusta ir. es apto para todo los momentos del día y para diferentes gustos, el interior guarda su aire señoral de los viejos tiempos, con mesas de manteles blancos y sillas de pana colorada a la hora del almuerzo y la cena; sin embargo es un buen lugar para compartir una merienda, un grupo de estudio o una cerveza con amigos, se adapta a casi cualquier situación.
Para cuando el clima así lo favorece, posee una pequeña terraza a nivel de la calle en la que se permite fumar y disfrutar de un café al mejor estilo parisino, ver la vida pasar y oír la ciudad respirar (frentea a Av. Callao).
La atención es buena, simple no están cien por ciento atentos a tu primer ademan pero son muy correctos y amables al momento de atender.
Un lindo lugar, con calidez porteña.
Observación: los baños están en el primer piso, y su limpieza no es optima.

El Hotel Bauen es un clásico pero su aparición es relativamente reciente. Se construyó con motivo de la celebración del Mundial de Fútbol del 78 en Buenos Aires y desde ese entonces ocupó un lugar importante en la city porteña, aunque no siempre por los mismos motivos.
Al principio era un hotel muy de moda, pero en los 90, cuando ingresaron las grandes cadenas, quedó desplazado y el dueño entró en quiebra. Como ocurrió con muchas instituciones y negocios, en 2001 se fue todo a piqué y el hotel cerró. Los trabajadores, para no quedarse sin trabajo, decidieron formar una cooperativa que administrara el hotel. Hasta hoy en día sigue funcionando y además se sumó otro costado, más cultural y vinculado a la lucha social que antes no tenía. Hacen festivales, conferencias, presentaciones de libros y muchas otras actividades.
Resulta irónico, pero si no hubiera habido un 2001 en Argentina esto no hubiera ocurrido. Sería buenísimo que los trabajadores no hubieran tenido que sufrir para llegar a esta situación pero bueno, fue lo que pasó.
El hotel se mantiene muy bien, aunque la estética claramente se quedó en el tiempo. Lo importante acá es la conjunción de hotel con centro cultural.

Este hotel tiene mucha lucha e historia detrás.
Se construye en 1978 por motivo de la Copa Mundial de Fútbol y funciona durante varios años, hasta que en los años ´90 con la llegada de grande hoteles de primera línea a nuestro país, el Bauen queda desplazado y en 2001 presenta la quiebra y cierra.
En 2003 con la ayuda del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER) los empleados usurpan el edificio para reabrir el lugar y de a poco lo van poniendo en moviendo. Claro que todo esto genera acciones judiciales que llega a diferencia instancias, en 2007 se dicta el desalojo y se da traspaso a hotel a un particular cosa que enfureció a los trabajadores y recién en 2012 logran que el Congreso Nacional les entregue el edificio ala Cooperativa de trabajadores.
Tantos conflictos pero puede decir que en este hotel la he pasado de maravilla en cada evento que realizaron desde varias bandas que vi y después sentarme en el bar con amigos por unas cervezas hasta los diez años consecutivos de convención de tatoo que se realizan este año 2014.
Es un hotel clásico, cerca de todos los teatro de Av. Corrientes, con mucha historia, pasión y buena gente.

Construido para recibir al turismo del Mundial de 1978, el Hotel Bauen es un sitio histórico de la ciudad de Buenos Aires. Y eso se nota, no sólo en sus instalaciones, sino fundamentalmente en su pasado reciente.
Al entrar, uno lo nota directamente. Grandes salones iluminados, alfombras un tanto desgastadas que se mantienen cuidadas con esmero, toques de bronce, mucha madera por todos lados… El estilo se mantiene en las habitaciones (simples, dobles, triples, cuádruples y ejecutivas), con un diseño de décadas pasadas que se actualiza permanentemente gracias a la permanente dedicación de los trabajadores del hotel. Ocho salones, incluido el auditorio, completan las instalaciones de un hotel que ya es un clásico porteño.
Además, un bar a la entrada que es concurridísimo no sólo por los huéspedes del hotel sino por toda clase de visitantes y peatones que transitan una de las esquinas más tradicionales de la ciudad.
Pero el Bauen es también un sitio histórico debido a su pasado reciente, que lo vuelve un centro político y cultural de la ciudad. Sucede que en 2001, en plena crisis del país, el anterior dueño, luego de despidos masivos, cerró el hotel. Los trabajadores, dispuestos a mantener su fuente de trabajo, se organizaron y transformaron el lugar en una cooperativa. Rápidamente recibieron la solidaridad de decenas de fábricas recuperadas (fenómeno corriente en aquellos días) y organizaron la nueva administración del hotel de manera autogestiva y democrática.
El Bauen es un gran hotel pero, sobre todo, es un pedazo vivo de la historia reciente y el presente político y cultural de la ciudad.