El Museo del Jamón

Una cita imperdible para los amantes de la cocina española, de los frutos de mar y de los embutidos. Ya la decoración, con camisetas de fútbol y jamones a la vista, va generando un ambiente particular que se completa con una copita de jerez (o de champagne) de cortesía, junto con un platito de tortilla de papas.
La carta es variada pero tanto en entradas como en platos principales se destacan los platos de mar (gambas, chipirones, mejillones, pescados, paellas, etc.), las tortillas y, por supuesto, el jamón.
Las gambas al ajillo de entrada estaban buenísimas, con un sabor bien fuerte. Los pescados también estaban muy ricos (salmón al roquefort y trucha a la manteca negra), pero me quedo con las gambas y la porción bastante abundante de tiramisú. Ya habrá una próxima para hacerle los honores al jamón.
Los precios de los platos de pescado están aprox. entre los $ 250 y 400, aunque algunos llegan hasta los $ 600 (por ej. la entrada de pulpo). Las guarniciones alrededor de $ 70 – 80 (algunos platos traen una guarnición mínima y otros no).
La atención fue excelente y después del 30% de descuento de Club La Nación, el broche de oro fue una copita de lemoncello cortesía de la casa.

Por expresa invitación de un amigo, fuimos a almorzar al Museo del Jamón, lugar ampliamente conocido por su especialidad en fiambres y comida española.
El lugar por dentro es amplio, pero tiene una ambientación bastante antigua para mi gusto. Los mozos son muy amables y te hacen sugerencias del menú.
Me decidí por una opción de pescado y pedí abadejo en una salsa de morrones acompañado con papas. La porción de pescado era buena y el sabor estaba muy bien, además de tierno, pero lastimosamente me encontré con par de espinas y de escamas! Otro punto negativo es que venía con 3 papas que simplemente fueron cocidas, sin salsa, sin cortar, nada de una presentación prolija; y la verdad que por el precio de los platos, que es bastante caro, uno espera algo más.
La variedad de vinos si vas a pedir solo una copa es reducida, por lo que generalmente se termina pidiendo una botella o sino hay que acomodarse a lo que brindan.
De volver sería para darle una probada a los fiambres, tal vez entonces me lleve una mejor opinión del lugar.

Fuimos sin reserva un viernes, mesa para dos personas, y la espera no superó los 15 minutos.
La calidad de la comida es muy buena, pero no excelente, imaginaba que al llamarse Museo del jamón los fiambres serían inigualables, pero la calidad se puede encontrar en otro restaurantes o bares, y por menor precio.
Pedimos una tabla de fiambres para 2 (no es muy abundante) y tapeo caliente para 1 (tampoco abundante). En general, es muy rico todo, pero los precios son excesivos. $ 300 por persona y ningún fiambre nos pareció excelente.
No hay mucha variedad de copas de vino, en el caso de no querer una botellas los distintos vinos en copa son una parte importante para acompañar la comida.
Es un lugar para conocer, o para volver y probar otros platos. No repetiría las elecciones.
Aceptan tarjetas de crédito.

Ayer fui por primera vez a este lugar. Varias veces me lo habían recomendado y la idea de comer buen jamón me motivó.
Reservamos una mesa para dos (mi padre y yo). Llegamos y nuestra reserva no estaba. No fue demasiado grave porque había mesas libres y enseguida nos ubicaron.
El salón está bastante bien considerando que la idea es respetar el estilo tradicional o algo así. Sin dudas podría estar mejor, pero no desentona. Lo malo fue que nos ubicaron en una mesa casi contra la barra. Los mozos se apostan ahí en la barra a charlar y es casi como si te estuvieran observando mientras comés.
Pedimos una picada que en la carta decía que era para dos. Yo creo que no es para dos, que debe ser para tres si la pedís como entrada, o para dos que coman mucho. Si es plato principal es sin duda para acompañarla con algo. El mozo no nos lo comentó por lo que cuando llegó nos miramos con mi padre y yo pedí una tortilla española. Con eso sí estuvimos bien.
La calidad del jampn es indiscutible. Y la del resto de los fiambres también. La tortilla la hicieron al punto exacto que a mí me gusta, pero la noté un poco sosa.
De postre pedimos una natilla y un panqueque con dulce de leche. Las dos cosas muy buenas.
Para mi gusto es caro. La comida está bien, pero los mozos no te atienden demasiado bien y el lugar está un poco descuidado. De todos modos estimo que es uno de esos lugares en los que podés confiar que no va a bajar la calidad.

Went for lunch had a pleasant meal but not very remarkable. They do have an English menu which was very convenient. Prices are reasonable, very machismo ambience.

El Museo del Jamón es una casa de comida española ubicada en pleno microcentro. Además de el exquisito jamón serrrano, el local tiene paellas, fideos con mejillones, tortillas con cantimpalo (mi preferida) y algunas otras comidas típicas de España que no me animé a probar.
El restaurant es muy lindo por dentro, está bien ambientado y los mozos (que muchos son españoles, claro) tienen un trato super amable, te explican si no entendés de qué van algunos platos y suelen hacer chistes y estar de buen humor todo el tiempo. Si pedís vino, te ofrecen tomarlo en bota y te traen una especie de babero (casi siempre te terminás volcando encima y esto hace que no te manches) y te enseñan cómo tomarlo. Es una experiencia bastante divertida.
No conozco demasiados lugares de comida española en Buenos Aires, pero estoy casi segura que este debe ser de los mejores.

El culto al cerdo se encuentra encarnado por el Museo del Jamón. Con ese divertidísimo nombre, te ofrecen platos de nivel a precios que van de lo acorde a lo alto.
Apenas entrás ya el olorcito de tienta. Una mezcla a ajo, aceite de oliva y jamón se mezclan en el aire. Yo me pedí una especie de cazuela de mariscos, una paella pero que en vez de tener arroz, tenía fideos. Qué más pedir.
También venden la clásica picada, combinada con alguno que otro queso «raro» o español. Y podés reservar para festejar un cumple.

¿Te llamas el museo del jamón? Ya está, no necesito más información para saber desde antes de entrar que te voy a querer.
Eso fue lo primero que pensé cuando mi papá me invitó un domingo cualquiera a almorzar.
El museo del jamón, ubicado en pleno centro porteño, está hace más de 15 años haciendo todo bien.
Se especializan en la comida española, y tienen unas tablas de jamones y quesos que son una locura de sabor para todos aquellos que son fans de los embutidos.
El salón tiene mucho estilo español y es gigante. Cuando yo fui no hicimos reserva y había un montón de lugar disponible. Es de esos lugares donde siempre tenes un mozo atento a que no te falte nada.
Aproveche, y como me gusta mucho, pedí el plato con el nombre más raro de pescado, porque 1) pedir pescado cuando vas a comer a un lugar especializado en comida española es saber que no te vas a equivocar y porque 2) invitaba mi padre.
Es caro, no voy a mentir. Pero para ir una vez cada tanto o para que te inviten está muy bien.